Cuando en el horizonte planea una hipotética moción de censura en el Concello de Ourense, que niegan los socialistas, cooperadores necesarios, y sobre la que no se pronuncian los de Democracia Ourensana, grupo mayoritario en la oposición, aunque mantienen viva la llama, no queda otra que enviar un aviso a navegantes. Si se piensa en conformar un nuevo bipartito, no está de más acudir a la memoria de la historia reciente, con unos antecedentes poco alentadores y, sobre todo, nada edificantes en el contexto de la política municipal.
Allá por 2007 PSOE y BNG presumían de ser pioneros y conformaron por primera vez en la bella Auria un gobierno de dos, y de la ilusión inicial se pasó, en un abrir de ojos a todo un desencanto con consecuencias conocidas. Un experimento con la mancha negra de una tenencia de alcaldía, esa ínsula de nacionalismo con ganas de poder, que luego derivó en un conflicto interno: división de un grupo de 6, y otras aventuras para borrar.
En la siguiente legislatura, la pasada, fue un reflejo palmario de la Ley de Murphy: " si algo puede ir mal, con el bipartito, un desastre, adaptación de cosecha propia. Más de lo mismo, pero con un resultado dramático para los intereses de los ourensanos. Una operación Pokemon que retiró a un alcalde socialista metido de lleno en una supuesta trama de corrupción, Francisco Rodríguez, que derivó en un recambio de regidor que no hizo más que incrementar la bola del despropósito.
Las consecuencias no se hicieron esperar: un pacto de gobierno que saltó por los aires, con la marcha de los nacionalistas ante tanta desvergüenza, y luego la división en un gobierno socialista en minoría que consumió mandato metido de lleno en las miserias idearías. Al final, como no podía ser de otra forma, fueron los ciudadanos los que colocaron a cada uno en su sito, aunque alguno sigue sin darse por enterado. La conclusión: Siniestro total.
