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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Viejo y nuevo terrorismo

Preocupado como estoy por ese fenómeno terrorista que no acabo de entender, leo algunas cosas que publiqué hace años cuando empezábamos a evolucionar desde el enemigo comunista al enemigo musulmán. (Siempre necesitamos de un enemigo para justificar nuestras propias agresiones). Este ejercicio de releer lo propio es tan mortificante como repasar las fotos viejas de un álbum, pero permite ver hasta qué punto hemos perdido pelo, convicciones y claridad de juicio con el paso del tiempo. Y entre los papeles que repaso encuentro dos de un cierto interés.

En uno de ellos recogía un informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos sobre el nuevo terrorismo. En una de sus conclusiones dice lo siguiente: "El terrorismo inspirado en el marxismo-leninismo se halla en declive y ha dado paso a otro tipo de fanático, poco disciplinado, y movido por ideas religiosas, creencias milenarias, el deterioro medioambiental, y otras cuestiones de variada índole que lo mueven a la venganza y al castigo". Una gente especialmente peligrosa -seguía diciendo el informe- en cuanto consigue armamento y decide pasar a la acción de forma indiscriminada.

"Es decir -reflexionaba yo- cualquiera de nosotros puede ser, al mismo tiempo, terrorista y víctima, ya que los objetivos no son políticos ni sociales, ni pretenden cambiar nada sino que son la expresión violenta del enfado contra cualquier cosa que nos enoja o nos molesta. Se acabaron pues las llamadas organizaciones terroristas, los denominados Estados terroristas y el siniestro terrorismo de Estado. A partir de ahora, todos los individuos somos sospechosos y debemos ser vigilados por quien sea, que eso está por ver". Desde que yo hacía esos comentarios al informe del Instituto, ha pasado el tiempo suficiente como para constatar si sus previsiones fueron acertadas o no.

Y en efecto, muchas de ellas dieron en el blanco, especialmente en lo que se refiere al cambio de modelo en el tipo de terrorista que se llevará en el mercado de la desestabilización global a partir de la desaparición de la Unión Soviética. Una anticipación que nos lleva a sospechar que la clase de terrorismo suele adaptarse siempre a las necesidades estratégicas de las grandes potencias, a sus rivalidades, y a sus zonas de colisión. El otro papel de que hablaba antes es de una antigüedad parecida y se refiere a unos comentarios del general francés Morellon sobre la moral de los soldados de la OTAN que combatieron en la guerra de Yugoslavia.

Una guerra que se llevó fundamentalmente desde el aire porque los mandos militares de la alianza, y sobre todo los jefes de gobierno que los habían enviado allí, temían las reacciones de sus respectivas opiniones públicas si empezaban a venir de vuelta ataúdes envueltos en la bandera nacional. A propósito de ese miedo, el general francés se preguntaba lo siguiente: "¿Qué tipo de soldados son esos que solo saben matar pero no morir?".

La pregunta tiene su miga, y, como estamos viendo ahora mismo con los bombardeos sobre el territorio de Irak y de Siria, está de perfecta actualidad. Los bombardeos son intensísimos pero nadie se atreve a que los soldados bajen a tierra para combatir a las tropas del llamado Estado Islámico. Esa organización que se atribuye haber ordenado los atentados de París. La impotencia -fingida o real- de las grandes potencias es patética.

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