Así que, visto lo de Lugo, no parece que puedan discutirse como evidencias algunos datos, sobre todo varios que se han repetido en tiempo récord. Y que, tras el espectáculo de lo de Ourense -curiosamente también en su Diputación-, en la corporación provincial lucense deja margen para hablar de "bochorno". Dicho sin pretensión de exagerar en la búsqueda y aplicación de epítetos y adjetivos descalificativos.
Ese bochorno, conste, se inició cuando PSOE y BNG suscribieron y ejecutaron una moción -legal, pero ilegítima- para deponer a la lista más votada, en el cargo tras la incapacidad inicial de los ahora socios para llegar a un acuerdo. La excusa aparente la pactaron en base a la "gobernabilidad", pero ahora resulta que no pueden despachar los asuntos por que les falta un voto. Eso aparte, la aún breve etapa de coalición se rige por un juego de chantajes y vendettas propio de vodevil .
Ya puestos, bochornoso resulta también el hecho de que el motivo nacionalista para vetar al presidenciable del PSOE primero a ese cargo y después para el equipo de gobierno solo respetaba una ley: la del embudo. Lo demuestra que aceptaron a otros en la misma situación de imputados que la del alcalde de Becerreá, lo que hace de las apelaciones del Bloque a la ética, la estética y la perifrástica no pasen de la condición de cuento chino.
Pero el vodevil no acaba ahí. El señor Martínez, víctima primero de la coalición y quizá su verdugo pronto, no está habilitado como modelo de coherencia. Tras ser frenado por el BNG propició la llegada del PP al poder y, enseguida," tragó" el veto nacionalista y habilitó la censura que dió la Presidencia a un PSOE que ahora le insulta y le llama "tránsfuga", acaso como venda antes de la herida.
O sea, que no solo "manca finezza" en la izquierda lucense, sino que también falta vergüenza. Y pocos ejemplos hay peores que el de la dirección socialista con el señor Besteiro a la cabeza; un secretario general incapaz de poner orden en Ourense desde hace años y ahora menos aún de resolver la situación en su Lugo natal. Y que se resigna a que en las dos provincias restantes sean otros los que manden.
Es probable que haya quienes no comparten esas tesis, pero tienen difícil su refutación, al menos a la luz de los hechos. Y de una evidencia: el PSOE gallego, otrora auténtica alternativa de gobierno, es hoy una fuerza decreciente y pedigüeña que limosnea jirones de poder a cambio de mantener una apariencia de lo que fue. Aunque sin percatarse de que, como partido y salvadas excepciones notables pero individuales, apenas cuenta.Y tras el vodevil de de Lugo, menos.
¿No?