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Con Rajoy, menos de todo

Rajoy despide la legislatura con menos de todo: menos paro, menos empleo y menos población activa. El Gobierno destaca la reducción del desempleo en la última EPA, la del tercer trimestre, pero la perspectiva nos pide comparar este dato con el de hace cuatro años, justo antes del retorno del PP a la Moncloa. Y la comparación nos dice que se ha reducido tanto el número de desempleados como el de empleados, por lo que la verdadera reducción se ha dado en la población activa. En el lenguaje de la EPA, la cifra que sube es la de los "inactivos", los que están fuera de la expectativa laboral por edad, condición u opción. Menos población activa y más población inactiva es un mal negocio para cualquier país.

Rajoy despide pues la legislatura con menos empleo, y con otras mermas. Con menos estabilidad política, por ejemplo. Estos cuatro años han visto la demolición del bipartidismo casi-perfecto y su sustitución por el gran interrogante que se abre ante el 20-D, con un nivel de discrepancia entre encuestas, a solo dos meses de las urnas, como hacía tiempo que no se contemplaba. Del hartazgo por la corrupción de los políticos, y por la corrupción moral que supone la apropiación de rentas por las castas parásitas en tiempos de escasez, nacieron nuevos partidos a diestra y a siniestra, y el líder del momento es un chico de derechas aseadas, lo que indica hasta qué punto el PP es percibido como una vieja derecha ensuciada.

Y despide Rajoy la legislatura dejando el "asunto catalán" bastante más envenenado de cómo lo encontró. Hay un debate sobre si la culpa fue de Aznar por lo del Majéstic o si tal pacto operó en sentido contrario, pero esa es una historia antigua. Ahora cuenta que gobernando Rajoy se han incrementado la tensión y la desafección. O Cataluña es víctima de una extraña epidemia que licúa el cerebro de las personas y las convierte en zombis, o se han cometido errores en todos los ámbitos de gestión: política, comunicativa y emocional. Y quien más poder y herramientas tiene, más responsabilidad asume.

El tancredismo puede tener su sentido en lo económico: de tan ligados como estamos al euro, basta con no hacer nada para que la recuperación europea nos arrastre. Pero en lo demás, esperar que las cosas se resuelvan solas conduce más bien al desastre.

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