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El meollo

La presidenta y el personal

Hace cincuenta años estaba al frente de la Diputación de Pontevedra un vigués de pro, Enrique Lorenzo Docampo, emprendedor de raza y empresario modélico que dejó huella en el Palacio Provincial. Tras seis años en el cargo, consideró agotada su actividad política y presentó su dimisión irrevocable al gobernador civil, Ramón Encinas, con dos palmos de narices.

Lorenzo Docampo ha sido recordado con aprecio durante mucho tiempo entre los distintos estamentos de la institución provincial por su trato cercano y afable con todo el personal. Don Enrique cuidó como pocos presidentes sus relaciones con los trabajadores, a quienes nunca escatimó palabras de agradecimiento ante el buen cumplimiento de sus tareas y labores.

Medio siglo ha tenido que pasar para que otro genuino representante de la ciudad olívica (Fernando García del Valle no cuenta por su presidencia efímera), se encarame a la cúpula de la Diputación Provincial, en este caso Carmela Silva Rego, la primera presidenta de su larga historia, que va camino de cumplir doscientos años.

Al contrario que su antecesor, Carmela Silva ha empezado con el pie izquierdo su relación institucional con la junta de personal. Al menos su presidente, José Ramón Piñeiro, veterano sindicalista de CCOO que conoce el Palacio Provincial y sus organismos dependientes como la palma de su mano, ha denunciado una falta de comunicación y un cierto ninguneo de consecuencias imprevisibles. La junta de personal siempre amaga antes de dar.

El traslado de funcionarios y la supresión de pluses han sido su primer aviso para los navegantes recién llegados a una balsa de aceite. Eso es lo que ha sido la Diputación de Pontevedra en materia de relaciones laborales desde los tiempos lejanos de Mariano Rajoy, el presidente más combatido por no doblegarse ante un sindicalismo sin duda más combativo y menos templado.

El meollo de la cuestión está en calibrar si la nueva presidenta y su política rupturista chocará de lleno o no con la junta de personal de la Diputación, saltando por los aires un entendimiento tácito entre ambas partes que tan buenos resultados ha dado a los unos y a los otros, con sus guiños y sus complicidades, que de todo ha habido en el Palacio Provincial.

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