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La reorganización del mapa metropolitano

El nuevo ciclo municipal está marcado por el cambio de época, en que las ciudades se están convirtiendo en las vertebradoras de la identidad territorial metropolitana. Hay un antes y un después de las pasadas elecciones y nuevos desafíos políticos para gobernar los municipios del entorno vigués. Ya nada bueno podrá construirse desde una visión ajena de lo común, de lo que ya comienza a ser de todos. Los nuevos concellos apartan los obstáculos para construir una metrópoli común, mientras la Xunta sigue remisa a dinamizar la Ley.

Aunque de momento no hay más que señales externas del Área Metropolitana de Vigo, ya se siente el optimismo de una enorme ciudad plurimunicipal cuya potencialidad podría extenderse hasta el río Miño y con una interactuación económica, social y cultural de seiscientos mil vecinos.

Ya es difícil distinguir los límites urbanos entre la ciudad de Vigo y los municipios anexos del primer cinturón. En las villas periféricas de Vigo la ciudad cambia de nombre pero se estructura con formas de vida urbana, como una enorme y única ciudad compacta, una ciudad plurimunicipal cuyo territorio muy pronto va a necesitar programas urbanizadores compartidos. En esta conurbación las infraestructuras de transporte van a tener una importante influencia sobre el patrón del desarrollo urbano. Por eso que la actividad de los desplazamientos públicos hay que estudiarlos de otra forma y aplicarlos con rapidez y contundencia.

Pero hay un telón de fondo provincial cuya solvencia está cada vez más agotada. La vieja Provincia no habla el mismo lenguaje de la nueva Metrópoli. La institución metropolitana supone gradualmente la oficialización necesaria para dotarla en su conjunto de las competencias propias de la vieja Provincia. El ejemplo de Italia es aleccionador en cómo han superado las oxidadas cancillas provinciales: En 2015 las provincias de las principales ciudades italianas -Roma, Milán, Nápoles, Turín, Bari, Florencia, Bolonia, Génova, Venecia y Reggio Calabria- fueron suprimidas para dar vida a diez ciudades metropolitanas. El Área Metropolitana de Vigo podría ser ejemplo nacional de transición del viejo sistema provincial al moderno espacio metropolitano.

Tiene razón el alcalde cuando dice que Barcelona es la pionera del pensamiento metropolitano. El territorio metropolitano debe entenderse como organización espacial, con identidad propia, integración unitaria y también constructora de derechos. La metrópoli plurimunicipal es el gran soporte de la participación ciudadana y espacio público sobre el que se construye una nueva comunidad metropolitana, con derechos de identidad y pertenencia. El gran éxito del AMB, además de su gran gestión independiente y modelo de marca en el mundo, es que supo conjugar la territorialidad, la descentralización y la participación ciudadana. Vigo, aquí, también debe tomar nota de Barcelona.

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