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Un árbol de la alameda como W.C.

Con toda la razón y bastante enojo, una señora nos pide que denunciemos lo que está ocurriendo en la alameda Rosalía de Castro que, especialmente por las mañanas, es paseada por numerosas personas, en su mayoría jubilados, que pasan las horas matinales conversando o disfrutando de tan magnífico parque. La mujer no se escandaliza pero sí muestra su disgusto porque con mucha frecuencia, se ven a algunos, muchos, de los paseantes miccionando (meando, hablando en plata) tras un árbol que se sitúa hacia la Plaza de España y lo hacen ya casi sin recato alguno. Esta comunicante dice entender que la flojera prostática a ciertas edades obliga a ir "de corridillo" y hasta justifica que, en un caso de extrema urgencia, cualquiera utilice ese recurso pero lo que no comprende ni justifica es que ya se haga por sistema y que se repita una y otra vez el espectáculo con casi siempre los mismos, y cada vez más, actores. Ya se sabe que aquí no tenemos W.C. público, y en nuestro juicio es lo mejor porque siempre acaban siendo un foco de infección y abandono, pero ello no impide que quienes saben que no pueden aguantar busquen otras posibilidades de liberarse del problema a tiempo. La señora tiene toda la razón.

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