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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La salida

De modo que habilitada una salida en principio viable para el conflicto lácteo, habrá que esperar un poco, antes de entonar cánticos en loor de la ministra Tejerina para ver si se ajustan los flecos que aún le cuelgan al acuerdo. Pero en todo caso sí cumple felicitar a su señoría porque le ha puesto al asunto lo que se necesitaba: ciencia para buscar remedio, prudencia para pactarlo y conciencia de la necesidad y de su importancia para el sector.

La cautela antes del entusiasmo vendrá bien para despejar dudas. Sobre todo una acerca de la actitud futura de la industria que, y en eso no caben demasiadas discrepancias, ha sido la gran causante del problema de fondo, porque estiró al máximo las ventajas que le proporciona una legislación europea discutible pero obligatoria. Y, a la vez, redujo de una forma casi total el margen de precios sostenibles para que respirasen los productores.

Por el otro lado -que en este tipo de asuntos casi siempre hay dos vertientes por lo menos- la cuestión de los flecos servirá para determinar hasta qué punto las movilizaciones buscaban una salida real y cuánto había en ellas de oportunismo político partidario. Porque a estas alturas, y en el contexto en que se mueven el antiguo Reino y el cuadro general en el que convive, apenas existe alguien que ignore que lo electoral lo empapa todo.

Item más. La actitud de los gobiernos se ha movido, sobre todo en la recta -aparentemente- final y cuando ya se vio que la dimensión y extensión de la protesta agraria rebasaba las previsiones iniciales, en el terreno que dejan la PAC y sus reglamentos. Pero también con la conciencia de una aplicación flexible que, sin infringirlos, permitiese la pervivencia del sector. Como en Francia.

Dicho esto, y a la espera -conviene insistir en la prudencia- de que lo que falta se haga bien, y de que nadie boicotee las soluciones, el episodio debiera servir para aprender al menos una lección. Resumida, consiste en que nada se logrará de cara al futuro a medio plazo sin planificación y sensatez y, por supuesto, sin que todos -o la gran mayoría- aporten.

En este punto, y desde el terreno de la opinión, seguramente cabrían un par de observaciones La primera, que no hay vencedores ni vencidos, y quien intente interpretado de otro modo le hará un flaco favor a lo que de verdad importa, que es el sector. La segunda, que se van a necesitar controles para que cada parte haga lo suyo: no por desconfianza sino por seguridad, ya que los precedentes demuestran que no es uso habitual guardar la palabra dada más tiempo del que convenga a quienes la empeñan. Hay excepciones, pero pocas.

¿O no...?

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