Nuestro sistema electoral permite en ocasiones interpretar los votos de una manera lo mismo que de la contraria. De modo que el definitivo resultado obtenido en las urnas dependerá de los acuerdos posteriores entre más de una fuerza política. Convenios que en cualquier caso suponen ciertas concesiones por parte y parte, lo que puede contribuir a una composición poco fiel a la voluntad popular.
En esas estamos mientras no haya una modificación del sistema. Pero siempre quedará lo que se entiende por oposición que, si no consigue modificar las decisiones de la mayoría dejará por lo menos constancia de su postura crítica de cara a la opinión pública y hasta de confrontación futura a la vista de los resultados.
Una minoría con frecuencia silenciosa y en ocasiones silenciada en los medios por su irrelevancia en las actas y consiguiente escasa repercusión. Sin embargo tiene un valor testimonial que se supone contribuirá a moderar la tentación dictatorial.
Lo estamos viendo cuando los triunviratos y similares dominan las corporaciones. Representantes por lo general de fuerzas situadas a la izquierda del espectro de opinión, cuyas siglas, si existían, con frecuencia no se habían distinguido por tratar de hacer valer los postulados que exhiben en el poder.
