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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El caos

Tal como van las cosas, y a la vista de las que están por venir, lo único que extraña de la actitud de una parte de la izquierda en lo que se refiere a los incendios forestales que padece el país, es que haya tardado tanto expresarse. Lo demás, y sobre todo que le endose a la Xunta la culpa -que no solo la responsabilidad- del fuego, entra en la línea habitual de sectarismo y deslealtad con que actúa, sea en asuntos graves como este o en otros menores pero también ruidosos.

El mensaje de esa oposición no es nuevo: imputa los incendios y sobre todo sus efectos a la falta de medios -escasez achacable según su criterio a los recortes presupuestarios- empleando de nuevo el método de las verdades a medias a pesar de que sabe -y conviene recordarlo- que no son media verdad, sino mentira doble. Lo malo -casi tanto como las propias llamas- es que siempre encuentra quien le siga el juego.

(Esta vez también. La respuesta desde el entorno de los equipos de extinción jaleando las denuncias es significativa. Y quizá responda a lo que algunos sospechan, de que su malestar no responde tanto a la falta de medios cuanto a los cambios introducidos en la forma de contratación, muy distinta -por fortuna- a la que se seguía hace unos años y en la que la afinidad política era un "mérito" a veces decisivo para obtener un puesto.)

Dicho eso, que es opinable, hay que ir a lo medible, como hizo la conselleira Quintana. Y lo medible es que la oleada de incendios es secuencial, que gran parte de ellos son nocturnos y que existe una pauta. Lo malo es que no se concretaron remedios y, lo peor, que la oposición ni siquiera se refiere a ellos o a colaborar para buscarlos, lo que delata cuál podría ser su auténtico interés.

En este punto es necesaria otra reflexión sobre lo dicho -lo insinuado- por el presidente Feijóo. Que desde luego tiene razón acerca de la intencionalidad de los fuegos y al subrayar su gravedad. Algo más discutible sería lo de que el objetivo final de los incendiarios resulta crear el caos en Galicia. Algo que en todo caso no han conseguido ni parece que lograrán a poco que funcione como debe el Estado de Derecho.

Ocurre, eso sí, que la alusión más o menos directa a las tramas organizadas suena demodé y será difícil que la gente del común llegue a creerlo, incluso a pesar de que puedan existir. Y si es que sí, se demostraría una escasa eficacia en el sistema de prevención que, teóricamente al menos, debería incluir también la mejora de los servicios de inteligencia para impedir que esas tramas tuviesen una tan larga vida. Sobre todo si se piensa en lo peligros que sería que llegasen a causar el caos.

¿No...?

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