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Reina

Esta historia que les voy a contar, triste como tantas otras, ha estado oculta entre los farolillos rojos de los clubs de alterne que abundan en las carreteras de nuestro país y trata de romper el olvido e indiferencia que las entierran.

Es la historia de una mujer decidida y alegre que emprendió un largo viaje desde su tierra, sin conocer ni imaginar el destino que le aguardaba.

Nació en una ardiente chabola de latón, rodeada de polvo, basura y perros hambrientos; en el cinturón industrial de la urbe de Santa Cruz de La Sierra en Bolivia.

¡Apura Reina, por fin han llegado, no les hagas esperar! Turbada, con su hatillo al hombro, casi sin poder despedirse, la joven-niña se deslizó en el asiento trasero del coche, y apretó, con fuerza, el colgante de la virgen que su madre le había puesto en el cuello. "Ella te protegerá, no tengas miedo", le dijo.

Durante el viaje, los dos hombres la observaron con mirada opaca por el espejo retrovisor y así, inexpresivos y sin palabras, durante horas y horas, de aeropuerto en aeropuerto, trasladaron a España a Reina y a su pavor, a modo de bulto que ocupa asiento de viajero.

"Tengo 19 años, soy extranjera; no tengo documentación porque se la he entregado a mis jefes cuando hace tres años me trajeron a España; trabajo mucho, casi sin descanso, todo lo que ellos me exigen; de ellos dependo; les debo dinero, mucho dinero; me pagaron el viaje, me alimentan, me visten, me dan habitación, y lo que necesito para mis cuidados; a veces, si no hay clientes, incluso, me sacan a pasear; no conozco a nadie; no tengo amigos; me llevan y me traen de un sitio a otro; no sé en qué ciudad me encuentro ahora; quiero irme a mi casa pero no tengo dinero ni pasaporte hasta que pague la deuda". Declaración de Reina María Sigüenza Morales ante la Unidad de Policía de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF).

"Esta chiquita ejerce la prostitución porque le da la gana; pero no en mi local que es solo de copas; ella, ¡buena pieza que es! aparece como las libélulas, libremente; casi no la conozco; yo le doy un porcentaje por las copas que consigue que tomen mis clientes; después los suele llevar por ahí... No, no, en mi local no lo hacen, aunque reconozco que tengo habitaciones en donde dejo dormir a la condenada, cobrándole, claro está, por la pernota". Declaración de Juan Sebastián González ante la misma Unidad de Policía.

Es la noche. Se encienden los farolillos rojos anunciadores de sexo, en abundancia, de todo tipo, de toda raza, de toda edad.

¡Compre, compre y escoja la que más le guste; solo por unos euros/hora puede ser suya y todas sus fantasías estarán a su alcance! Carne joven para usted.

¿Compran también su alma, su dignidad y su libertad? Y si no se pueden comprar ¿a dónde van mientras el cuerpo es comprado?

"No, realmente no me había dado cuenta que era menor de edad, tampoco que la obligaban a hacerlo. Sí, yo pagué al dueño del establecimiento, poca cosa. Oiga ¿esto me compromete? Es que se lo pregunto porque estoy casado y tengo hijos?Ya sabe usted, cosas de hombres". Declaración de Marcelo Tomás Rodríguez de Miranda ante la UCRIF.

En el poblado de chabolas piensan que Reina ha de llegar, y que lo hará como lo que siempre ha sido, una reina, con regalos para todos, tan guapa y valiente ella; que seguro que construye una casita para su familia y que invierte el dinero que traiga en un ranchito que tanto le gusta.

"Madre, ¿por qué me has mandado venir aquí? Venme a buscar. Estoy sola y tengo miedo" .

*Magistrada

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