Ser tertuliano es mucho más fácil que ser alcalde, presidente de una Comunidad Autónoma o ministro. Porque tomar decisiones, explicarlas y acertar es más difícil que ser ocurrente, simpático o arrollador. Una dificultad que se acrecienta cuando uno quiere "cambiar el sistema", desea hacer las cosas de una forma radicalmente diferente, y no se tiene experiencia de gestión, no existe suficiente reflexión previa sobre estrategias y objetivos, y el grado de consciencia sobre las limitaciones legales y los condicionantes de todo tipo es muy deficiente.
Todo lo anterior no quiere decir que no sea posible cambiar y que las diferentes soluciones de cambio que observamos en España estén condenadas al fracaso. En Galicia, el mejor ejemplo que se me viene a la cabeza es el de Allariz desde hace ya unas cuantas legislaturas. Lo que significa es que los nuevos gobiernos deben ser prudentes y priorizar las batallas a dar; evitar las ocurrencias si no se ha pensado bien lo que se va a decir y a hacer; ser conscientes de que las formas y las responsabilidades de un activista y de un alcalde son y deben ser diferentes. En definitiva, tener sentidiño y ponerse a trabajar con objetivos a cuatro años vista. Lo contrario conducirá pronto al hastío y la decepción.*Director de GEN (Universidade de Vigo)
@SantiagoLagoP