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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Los viajes de González

El viaje de Felipe González a Caracas para actuar como asesor externo en la defensa de dos miembros de la oposición venezolana acusados de preparar un golpe de estado y promover incidentes violentos para desestabilizar al Gobierno de aquel país, se está desarrollando con bastante normalidad. El expresidente español se desplaza libremente, hace declaraciones a la prensa, se entrevista con familiares de los encausados y por las noches duerme en la Embajada de nuestro país.

Se había especulado mucho sobre la posibilidad de que el Gobierno de Maduro vetase su llegada (previamente el parlamento venezolano lo calificó de persona no grata) pero a la hora de la verdad nada fuera de lo normal ha sucedido. Con gran disgusto de alguna prensa española que quizás esperaba algún incidente para insistir en su selectiva campaña contra la república bolivariana. Precisamente la misma prensa que en el pasado acusó al líder socialista de dirigir desde el Gobierno la "guerra sucia" en el País Vasco y fomentar la corrupción política. ¿O nadie se acuerda ya de que a Felipe González se le atribuía ser el jefe del GAL?

La relación de González con Venezuela y con su clase política y financiera data de los inicios de su carrera. Para nadie es un secreto que el presidente venezolano Carlos Andrés Pérez (entonces un hombre fuerte de la Internacional Socialista) le brindó apoyo financiero al PSOE al comienzo de la Transición. Y también apoyo político, al permitir, a instancia de González, la residencia en territorio venezolano de 90 miembros de ETA a los que convenía mantener a distancia y controlados. Una buena y provechosa relación que se interrumpe en 1989 tras la masiva protesta social que se conoce como caracazo, durante la que hubo casi trescientos muertos, la mayor parte de ellos por la represión del ejército y de la policía.

Carlos Andrés Pérez acabó siendo acusado de latrocinio y murió en el exilio, y en Venezuela se produjeron después profundos cambios políticos con la llegada de Chaves al poder por vía democrática. A partir de ese momento, y de forma especial durante el mandato de Aznar, las relaciones de España con Venezuela entran en crisis y se da el vergonzoso episodio de la precipitada declaración de apoyo hacia los dirigentes del frustrado golpe de estado. Una injerencia en los asuntos internos de un país de nuestra comunidad de sangre y de lengua, que continúa ahora por otros medios y desprende un cierto tufo neocolonial que molesta a las autoridades de Caracas.

El viaje de González a Venezuela ha sido calificado en algunos medios españoles como un "gesto valiente" que tiene como principal objetivo contribuir a la normalización democrática del país, además de brindarle a Maduro la oportunidad para sacarlo de un pretendido "aislamiento internacional". En otros, en cambio, se le pide al expresidente que, en honesto ejercicio de la coherencia, se ofrezca a mediar públicamente por los derechos humanos en Egipto, en China, en México, en Libia, en Corea del Norte, en Palestina, en Israel y en tantos otros lugares del mundo, incluido entre ellos nuestro propio país, donde son conculcados a diario. Viajes no le van a faltar. Y hasta es posible que se pase el resto de su vida viajando.

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