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OPINIÓn

La encrucijada socialista

Son tiempos difíciles para los socialistas de la capital ourensana. Es un barco con radar trucado y timonel con fecha de caducidad. Con esas coordenadas, resulta complicado llegar a un puerto de gobernabilidad en el Concello, salvo que a última hora, y por indicación del alto mando, con satélite controlador, se diseñe una estrategia en la que primen más los intereses de partido que los de la ciudadanía.

Son los grandes derrotados, y lo saben, aunque otra cosa es que a día de hoy les cueste reconocerlo. Su candidato, Vázquez Barquero, con la tripulación de una candidatura sobrepasada por los acontecimientos, no es capaz de enderezar el rumbo. Ese que perdieron ante un electorado que abrió esa gran fuga de votos que le llevó a ser la tercera fuerza política. Y como sentencia la Ley de Murphy: "Si algo puede salir mal, saldrá mal". Y avisados estaban, pero la huida hacia adelante, en la que contó con la inestimable cooperación del secretario del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, les llevó a estar en el filo del disparadero político.

El mensaje de Ferraz de no apoyar al PP, se enfrenta a las fobias de pactar con Pérez Jácome, el líder de Democracia Ourensana, que en los últimos cuatro años se convirtió en el azote judicial que provocó la marcha de uno y las imputaciones de otros.

De ahí que, con un cisma interno, que no es ninguna novedad, las dudas, más allá del existencialismo político, y sí de los intereses personales, llevan a que los socialistas ourensanos se encuentren en una encrucijada que se convierte en un túnel donde no se atisba la luz de credibilidad. Mientras unos callan y los otros se instalan en la conspiración, el Concello sigue a la espera de su gobernabilidad.

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