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La soberanía metropolitana viguesa

El concepto de ordenación metropolitana de Vigo nació con la propuesta del arquitecto Antonio Palacios (1934), para organizar la intercomunicación social y económica entre los concellos limítrofes. De ser aprobado aquel proyecto, Vigo podría tener hoy una infraestructura estratégica de primer orden europeo. El cambio de régimen echó abajo la metrópolis periurbana que ya se perfilaba como un pulmón de vida, como una enorme ciudad dispersa pero de contornos unidos. Aquel proyecto metropolitano no interesaba al viejo poder oculto y capitalino.

Siete décadas más tarde, la sociedad no puede seguir admitiendo la tolerancia al olvido sobre la puesta en funcionamiento del Área Metropolitana de Vigo. Tanta oscuridad en el tema es un indicador de la baja calidad del municipalismo y de la mezquindad de mantener dividida permanentemente la voluntad constructiva de la sociedad viguesa. De momento el tema metropolitano sólo es utilizado como recurso mediático y trampolín electoral.

Estoy convencido que la pluralidad de las nuevas corporaciones del Área romperá con el viejo inmovilismo del localismo municipal. Bienvenida sea la diversidad ideológica en los concellos para que circule aire fresco y en todas las direcciones, porque ya está bien de manipulación con este proyecto metropolitano. Todos los concejales y alcaldes de los catorce concellos tienen la tarea de iluminar el edificio del nuevo corporativismo metropolitano. Hay indicios de favorables condiciones políticas para llegar a acuerdos que dinamicen la constitución y la soberanía del Área.

Son momentos de convergencia sobre un Programa Común que pueda suscribir toda la sociedad metropolitana viguesa: clases populares, sectores industriales, comerciales y la gran infraestructura turística. Son momentos de crear alternativas hacia una propuesta de gestión metropolitana independiente, para promover empleo y crear empresas en los ámbitos de la industria, para aunar esquemas operativos que puedan impulsar la vida social y el bienestar.

El Área está aprobada y hay margen legal suficiente para constituir la Asamblea de los 14, para mantener la Presidencia acordada y establecer una Comisión de Gobierno. La independencia del organismo será la garantía de continuidad de la institución metropolitana y de su propia marca. La Xunta de Galicia tiene la palabra y las nuevas corporaciones también. Esta es una tarea de urgencia.

La construcción de la Ciudad Metropolitana no puede estar sometida al tacticismo electoral obsoleto de dos partidos. El proyecto iniciado por Palacios hace 70 años es hoy patrimonio de los 500 mil habitantes metropolitanos del área viguesa, e incluso de quienes cohabitan en todo el espacio transfronterizo capaz de integrar múltiples intereses galaico-portugueses.

¿Qué queda de la soberanía popular cuando todo, o casi todo, lo concerniente a los intereses metropolitanos se decide o se congela fuera de las fronteras municipales o en las esferas que se escapan al control democrático de los ciudadanos?

*Publicista

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