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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las vacunas

A estas alturas, pasado el primer estruendo electoral y a la espera de sus secuelas -y de que muchos vayan recobrando la sensatez-, conviene saludar el anuncio que hizo ayer el presidente de la Xunta sobre su acuerdo con el ministro de Sanidad. Y a la espera de que se plasme cuanto antes en las farmacias, porque no hay tiempo que perder, proceden un par de apuntes; uno para decir que así se hace y otro para lamentar que no se hubiese hecho antes y más veces

La cuestión -el despacho de la vacuna de la meningitis B a los gallegos que la necesiten- puede no ser de las que llaman "de Estado", pero sin duda sí de las que un gobernante ha de priorizar en cualquier caso. Porque se trata de la gente y en concreto de niños y niñas, y ésas son palabras mayores y hechos que quizá no ganen elecciones pero sin los cuales desde luego se pierden.

El señor Feijóo en lo que parece una gestión personal con el ministro y el equipo de Salud de la Xunta que lo ha preparado, merecen gratitud porque aunque alguien habrá que recuerde que era su deber, lo han hecho con toda la agilidad que en este tipo de trámites cabe esperar.Y sobre todo porque afronta algo con lo que de ningún modo se puede arriesgar: la salud infantil y el riesgo inminente de una brecha social seguramente irreparable.

El aviso no resulta exagerado, sobre todo si se recuerda que la decisión de no despachar el medicamento a través del sistema público causaba ya el daño colateral de que privaba de él a quienes no podían pagarlo. Y ese disparate no solo es una provocación, y por supuesto una injusticia flagrante, sino una prueba inequívoca de que alguien, en la altura gubernamental, había perdido la cabeza.

Sin ánimo de politizarlo todo, pero a la vez aceptando lo que implican la circunstancia que vive el país, parece inevitable señalar que este tipo de casos son de los que más encono generaba contra los gobiernos. Que aún no asumen que hay cosas que por costosas que resulten no se pueden regatear; la salud la primera y la infantil con más razón todavía. Y ya advierte el refrán que solo los necios confunden el valor con el precio.

Ítem más. Si se precisa financiación, búsquese, porque a buen seguro hay mucho aún que recortar sin necesidad de cargarlo a los más débiles. A eso se le llama hacer política y no contabilidad, y si la decisión que la Xunta anunció ayer implica una rectificación -y se amplía a lo de la tos ferina, verbigratia- de errores,aleluya. Porque rectificar es de sabios y da resultados -aunque tarden- incluso en un país como éste. Al fin y al cabo, 2016 aún no está a la vuelta de la esquina.

¿Eh?

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