Las urnas en democracia no engañan. Dan alegrías o decepcionan, pero cuando hablan, a tomar nota. A escuchar. Así es el juego. El mensaje que una inmensa mayoría de vigueses le ha enviado al Bloque no puede ser más nítido: no cuentan con él. Y se lo dice a un partido que llegó a dirigir la ciudad y durante más de una década estuvo en su gobierno.

Los nacionalistas han venido recibiendo, cita tras cita electoral, serios toques de atención, pero los han ignorado. El deterioro de la confianza ha sido progresivo y ahora toca fondo. Están a un paso del abismo. De la nada. Sin embargo, y pese a las evidencias, los dirigentes del BNG han preferido buscar las causas de su declive en el enemigo exterior. En 2011 culparon a Abel Caballero de la pérdida de dos concejales. Argumentaban que el regidor se había lucrado con el trabajo de los ediles nacionalistas. Cuatro años después de recluirse en la oposición, el resultado es trágico: ningún representante. Y la culpa ahora es de...

En realidad, el Bloque es un proyecto que carece de sentido hoy como tal. Necesita una urgente revisión. Desde prácticamente cero. Y no sólo ideológica. Pese a su maquillaje marquetiniano, sigue siendo una formación opaca, hermética, oscura, autista, ajena a la realidad; dice defender los intereses de los ciudadanos, pero les cierra sus puertas, parapetado en una política de pancarta, con una jerarquía marcial... Y la ciudadanía exige hoy justamente lo contrario: cercanía, transparencia, complicidad, apertura, participación, sentirse protagonista... Por eso da igual que esta vez hayan sido las mareas las que les hayan usurpado sus apoyos. Si no fuesen ellas, serían otros, como ya lo fue en su día AGE.

Así que mientras sigan atrincherándose en consignas, eslóganes y frases huecas; mientras piensen que los otros, casi todos los vigueses, están equivocados o han sido injustos; mientras crean que los ciudadanos acabarán haciendo un acto de contricción y volverán al redil nacionalista porque sí... Mientras mantengan ese discurso antediluviano, jurásico, lo que les espera será más de lo mismo. O sea, nada.