No descubriría ningún Mediterráneo si anunciara que España se enfrenta a serios problemas; pero sí me atrevería a priorizar tres de ellos: el paro, la corrupción y el independentismo catalán. Y como en esta ocasión quiero centrarme en este último, me limitaré a apostillar una simple pincelada a cada uno de los otros dos.

El paro, al evolucionar con un significativo cambio de signo, abre las puertas de la esperanza, pero muy insuficientemente, por lo que es imprescindible empujar con decisión para que se abran de par en par.

La corrupción, que se extiende como una mancha de aceite, está sometida al control de una justicia demasiado lenta y sin la exigible globalización. La receta es acelerar a fondo, caiga quien caiga, sin dejar resquicios a la excepción.

En otra ocasión, hace bastante tiempo y en estas mismas páginas ya traté el tema que atañe al problema independentista de Cataluña, esa entrañable e importante tesela del mosaico de la España de que siempre ha formado parte. Pese al tiempo transcurrido tal problema lejos de apaciguarse ha visto avivado el fuego de la purulencia, atizado por la puesta en escena de una falaz pseudoconsulta popular o el proyecto de elecciones, que tocadas por la alotropía, alcanzan el estado de amenaza.

Es esta situación la que me anima a volver a glosar el tema, con idénticos argumentos y tesis, y para pedirle directamente al sr. Mas que nos concrete las ventajas que reportaría a Cataluña independizarse de España. Y aún si en la utopía hubiera algún resquicio, rogarle que respondiese públicamente, con claridad y sin demagogia.

Aun admitiendo que, en un alarde de imaginación, el presidente catalán encontrase algún ejemplo, recíprocamente y sin esforzarme, yo le repito algunas de las peligrosas desventajas que, en generalizada opinión, creemos se derivarían de que Cataluña dejase de formar parte de la vieja piel de toro. Veamos:

Obligatoria salida de la Comunidad Europea, venturosa organización que engloba a 28 países del viejo continente.

Abandono del euro, moneda que sin trabas de cambio utilizamos muchos millones de ciudadanos de esos 28 países.

El 80% de las exportaciones de Cataluña tienen como destino la Unión Europea -naturalmente incluida España- a donde llegan sin tener que soportar ningún peaje arancelario; beneficio que desaparecía estando fuera de la Unión Europea y, consecuentemente, se perdería competitividad o habría que reducir márgenes. No parece descabellado intuir que muchas empresas, para recuperar la exención aduanera, decidiesen irse al otro lado de la hipotética frontera; donde, sin duda, serían acogidas con júbilo y facilidades de ubicación. La conclusión sería un deterioro del tejido industrial y un significativo aumento del paro.

Por el mismo motivo aduanero, difícil la competencia del cava catalán contra un champán francés que seguiría gozando de libre circulación.

Dado que ahora, con la Cataluña española, se ningunea a nuestro idioma, es muy posible que con la independencia acabase siendo erradicado y dentro de algunos años las futuras generaciones no pudieran comunicarse con fluidez con cientos de millones de hispanoparlantes.

El emblemático y todopoderoso Barcelona F.C. -més que un club- no tendría razón de ser para participar en una competición a años luz de la que en actualmente milita. Y es innegable la diferencia de una final entre Barcelona y Madrid con otra entre Barcelona y Sabadell.

Ciertamente podría incrementarse este rosario de razones, como también es posible que el sr. Mas acabase encontrando algún ejemplo para mostrarlo en la respuesta que yo le solicito. Pero en cualquier caso y sin margen de error todos sabemos hacia qué lado y con qué fuerza se inclinaría la balanza; máxime cuando las contras aparecen diáfanas y los hipotéticos pros se envuelven en un halo de fe para poder creer lo que no vemos. Y aun así el sr. Mas se erige en denodado y tesonero paladín de la independencia, incluso saltándose la protectora y legítima valla constitucional. Para que nada falte a lo rocambolesco, el presidente Mas exhibe españolismo en su apellido, que en catalán debiera traducir por Mes.

Desafortunadamente una parte de la ciudadanía catalana no es consciente de esta realidad, porque sus dirigentes se encargan de mal informarles y de adiestrar torticeramente en las escuelas. Pero una cuota de culpabilidad habría que asignarla a partidos de ámbito nacional y al Gobierno central por no jugar la baza de adecuadas e insistentes campañas de información para iluminar y disipar el tenebroso escenario preparado como caldo de cultivo para la independencia.

Todos, Cataluña y el conjunto de España, nos jugamos mucho en el envite y es necesario reflexionar con sensatez -sin que cantos de sirena distorsionen contras y pros- antes de jugar las cartas.

Por eso, desde aquí, que también tenemos idioma vernáculo, lo utilizamos para aconsejar con la mejor voluntad: sentidiño.