El Puerto de Vigo dispone por fin del ansiado Plan de Usos que llevaba esperando la friolera de dos décadas. Con su publicación en el BOE, el principal puerto de Galicia se arma así de un instrumento legal clave para ordenar los usos en cada área productiva y en aquellas compatibles con el disfrute ciudadano.

Lo fundamental, una vez conseguido, es que el plan sirva para corregir errores anteriores y se aplique con diligencia y sentidiño, de manera que haga compatible el esencial desarrollo del propio Puerto, principal arteria de la economía del área metropolitana viguesa, con las demandas mayoritarias de la ciudad que lo acoge y con la cual debe progresar en armonía.

Hasta la aprobación de este documento, la delimitación de usos de los espacios portuarios se regía por un proyecto reformado que databa del 15 de abril de 1992. Ocasionalmente, se llevaron a cabo una serie de desafecciones entre 2003 y 2009. Muy anterior es la delimitación de la zona de aguas, que permanecía inalterable desde 1966. Así pues, han tenido que transcurrir 23 años para que la terminal más importante del Noroeste peninsular se ponga al día con su planeamiento.

Un bochornoso retraso que ha resultado claramente perjudicial. De haber estado operativo, seguro que muchos de los conflictos desatados en todo este tiempo entre Puerto y ciudad se hubiesen podido evitar. Y ya es casualidad que haya tenido que llegar al Ministerio de Fomento la pontevedresa Ana Pastor para sacarlo adelante, después de que otros gallegos que la precedieron en el cargo se despreocupasen del asunto.

La nueva delimitación portuaria que acaba de sancionar Fomento no solo no propone la afectación de nuevas áreas, sino que renuncia a una gran superficie de terreno y a siete kilómetros de línea de costa. En conjunto, prescinde de 153.700 metros cuadrados, casi el 6% de la superficie total del dominio portuario, repartidos entre Vigo, Redondela, Vilaboa, Moaña y Cangas. La mayor parte se corresponden con tramos de costa innecesarios para la actividad portuaria. En el caso de Vigo, se desafectan 20.000 metros cuadrados en los jardines del Areal, en una parcela situada en la Baixada a Ríos, cerca de los astilleros de Teis, y la depuradora de la playa del Mende, en el límite con Chapela.

Pero, además, el plan permitirá retomar la ejecución de proyectos que contemplan un uso mixto puerto-ciudad, proyectos paralizados por los juzgados por carecer de permiso municipal. Es el caso de las antiguas naves de rederos y de la fruta, en los que la ex presidenta de la Autoridad Portuaria Corina Porro proyectó una zona de ocio vinculada a la gastronomía (Portocultura) y una segunda estación marítima con locales comerciales (Tinglado del Puerto), respectivamente. Puerto y ciudad deben plantearse qué hacer con esas instalaciones, sin imposiciones, desde actitudes sensatas y con un afán integrador que redunde en beneficio de todos.

El plan de usos tiene que ser una palanca para generar riqueza y afianzar el dinamismo empresarial de la mayor conurbación de Galicia, por supuesto, pero, al tiempo, debe propiciar no solo el acondicionamiento, sino el embellecimiento de todos esos entornos portuarios tan imbricados en la ciudad y, lamentablemente, en ocasiones tan abandonados. Su encardinación en el frente marítimo de la ciudad y en una ría que configura un gran patrimonio natural y paisajístico hace más obligado si cabe darle a este espacio el esplendor que se merece.

En tanto en cuanto que disipa ambigüedades y delimita competencias, el nuevo plan supone una magnífica ocasión para que las instituciones remen juntas en una misma dirección. La Autoridad Portuaria debe asumir la parte de liderazgo y compromiso que le corresponde en la ciudad, dejando a un lado intereses partidistas y desbrozando el camino para propiciar iniciativas que redunden en interés general. Parece una obviedad, y, efectivamente, debería serlo, pero por desgracia es algo de lo que han carecido, sin distinción de siglas, cuantos políticos han sido puestos por los partidos al frente de la Autoridad Portuaria.

Arteria vital de la economía, la industria, el comercio y el turismo de Vigo, el Puerto necesita crecer sin dar la espalda a la ciudad y con consenso. El Plan de Usos debe marcar un antes y un después en este propósito. Hacerlo compatible debe ser un compromiso ineludible de sus gestores. Ese es, sin duda, su mayor reto.