Opinión | Crónicas galantes

ANXEL VENCE

El tren vertebral de Galicia

Separadas por el fútbol y los alcaldes, las dos principales ciudades de Galicia van a acercarse -y quién sabe si a intimar- gracias al raudo tren de alta velocidad que permitirá el viaje de Vigo a Coruña, o viceversa, en poco más de una hora. Ayer no más se hicieron las primeras pruebas electorales del AVE que, si todo marcha según lo previsto, levantará el vuelo en el ya inminente mes de abril.

No tan importante como la autopista del Atlántico que es desde hace décadas la columna vertebral de la economía gallega, la entrada en servicio de este tren-foguete tiene también su trascendencia.

Para muchos alcanzará incluso la categoría de milagro, habida cuenta de que los sucesivos retrasos en su construcción habían extendido la creencia de que ese convoy era en realidad una quimera que jamás llegaría a circular sobre raíles. Pero lo cierto es que, un poco tarde sobre el horario previsto -como suele ocurrir con la RENFE-, el prodigio está a punto de obrarse por fin.

Los beneficios son fáciles de cuantificar. La nueva línea ferroviaria discurre por el eje atlántico que concentra a más de la mitad de la población y a las tres cuartas partes de la producción de bienes y servicios de Galicia; pero no solo eso. Más significativo aún en este caso es el hecho de que el AVE avecine a las dos grandes áreas metropolitanas de este reino hasta la manejable distancia temporal de una hora y diez minutos.

Ninguna ocasión mejor para que los vigueses descubran ese remoto lugar del norte que algunos celtistas identifican algo exageradamente con Turquía; y para que, a su vez, los deportivistas más fervorosos comprueben que Vigo no pertenece a la República Portuguesa. Tiempo hubo, desde luego, en que los Riazor Blues acudían al estadio luciendo la bandera de la Media Luna islámica: gesto respondido por los Celtarras que flameaban -y acaso flameen aún- el pabellón nacional lusitano en las gradas de Balaídos.

Probablemente no sea tanto una cuestión de distancia como de trenes morosos la que hasta ahora ha llevado a los vigueses a explayarse hacia Ourense y Portugal durante los fines de semana. Del mismo modo que tampoco los viajeros procedentes de A Coruña solían bajar mucho más allá de Santiago en sus escapadas de weekend.

Conscientes de esa falta de comunicación interior del reino, los hosteleros de A Coruña y Vigo ofrecieron no hace mucho una rebaja de alojamiento para que los vecinos de cada una de las dos ciudades conociesen mejor -o conociesen, a secas- los atractivos de la otra. Bajo el lema: "Vigo ama a Coruña, Coruña ama a Vigo", el gremio intentaba fomentar el afecto mutuo de los gallegos y, ya de paso, engordar la caja registradora con el turismo de cercanías.

Infelizmente, aquella promoción no tuvo particular éxito; y ello a pesar de que había sido lanzada en el día de San Valentín. Lo que entonces no logró el esfuerzo combinado de la hostelería podría y debería conseguirlo ahora la entrada en servicio del AVE que permitirá a los coruñeses llegar a Vigo en un pispás; y a los vigueses hacer lo propio en el otro sentido de la línea.

Largamente distanciados por el fútbol y -sobre todo- por la RENFE, los dos principales vecindarios de Galicia tienen al fin la oportunidad histórica de reencontrarse gracias al prodigio de un tren-foguete. Habrá que ver si la aprovechan.

stylename="070_TXT_inf_01">anxel@arrakis.es

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