Opinión
JOAQUÍN RÁBAGO
¿Qué ocurre con los herederos?
Es conocida la historia de cómo la hermana de Friedrich Nietzsche manipuló y distorsionó a base de interpolaciones algunos textos del filósofo para justificar la violencia política del nacionalsocialismo.
Elisabeth Förster-Nietzsche, que estaba casada con un fanático antisemita, expurgó del archivo que ella misma había creado para preservar el legado de su hermano referencias a otros pensadores como Max Stirner o sus anotaciones a la novela "Los Endemoniados", de su admirado Dostoyevski.
Ahora tenemos una nueva polémica a propósito de algunos escritos del que muchos consideran el más importante filósofo del siglo XX, Martin Heidegger, estudioso e intérprete por cierto tanto de Nietzsche como del gran poeta alemán Friedrich Hölderlin.
Como se sabe, Heidegger sintió una malsana atracción en un momento de su vida por el nacionalsocialismo hasta el punto de aceptar el nombramiento de rector de la Universidad de Friburgo en 1933, el mismo año de la llegada de Hitler al poder, aunque sólo permanecería un año en el puesto por considerar que había en ese movimiento mucho ruido y mediocridad.
La gran incógnita era saber si su filo-nazismo fue un trastorno pasajero o si el filósofo era en realidad antisemita, como siempre sostuvieron algunos, una cuestión que cobró actualidad con motivo de la reciente publicación de sus "Cuadernos negros", donde aparecen entradas de corte claramente antisemita y antidemocrático.
El archivo literario de Marbach, dedicado a la conservación y el estudio de los textos y documentos de la reciente literatura alemana, adquirió en su día las cartas de Heidegger a su hermano Fritz, que arrojan supuestamente nueva luz sobre su relación con el partido nazi.
Y algunos estudiosos, como la profesora Marion Heinz, se preguntan cómo es posible que esas cartas, adquiridas con fondos públicos, no son accesibles al público por oposición de los herederos y administradores del legado del filósofo, que sólo permiten consultarlos, pero no citar su contenido.
Se aplica en ese caso el derecho de propiedad intelectual, vigente hasta setenta años a partir de la muerte del autor, lo que para el autor de "Ser y Tiempo" ocurrirá en 2046.
Otro caso de administración celosa del legado de un autor famoso es el que tiene como protagonista a la heredera de Barbara Brecht-Schall, hija del dramaturgo y de la actriz Helene Weigel y ella misma también actriz.
Siempre cuidadosa de que quienes montan alguna obra de su padre respeten al máximo el original, Brecht-Schall ha enfadado a Frank Castorf , uno de los grandes del teatro alemán, al no autorizarle una representación en Múnich de "Baal" en la que ése pretendía intercalar textos ajenos al original.
Castorf, que no acaba de entender la supuesta cerrazón de la hija del dramaturgo, ha explicado que en 1923 Brecht hizo algo parecido a lo que él mismo pretende al montar la obra de Hans Henny Jahnn "Pastor Ephraim Magnus", conservando sólo en torno a un 20 por ciento del original. Naturalmente, a Jahnn no le gustó demasiado aquella adulteración, pero al menos lo soportó con humor a diferencia de lo que ocurre ahora.
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