Opinión | desde mi atalaya

MANUEL TORRES

Serafín Tubío

En el CX aniversario del fallecimiento de don Serafín Tubío Costa, apóstol de la educación marinenses, ocurrido el 29 de Marzo de 1905 y como homenaje de recuerdo y gratitud, para mantener su memoria, nada mejor que transcribir lo que publicaba el semanario independiente "Marín" en su número del 28 de marzo de 1915, con motivo del X aniversario, artículo firmado por otro gran marinense que fue don Raimundo Vidal Pazos.

"¡Diez años? y aún hieren nuestros oídos las postreras frases que dulcemente musitó el moribundo? ¡Diez años? y aún se percibe el afecto del celestial mensajero, que recogió en sus brazos el alma del Justo para depositarla en el seno del Eterno. ¡Diez años? y aun no se evaporaron las lágrimas que bañaban los rígidos pies del que era ido? ¡Diez años? y aun se oye el chasquido del beso depositado por candorosos labios en la augusta frente del marmóreo cadáver? ¡Diez años? y aun no se perdió su fragancia la flor que manos encallecidas por el trabajo depositaron en su tumba? ¡Diez años? y parece que fue ayer, cuando tras humilde féretro todo un pueblo prorrumpe en tristes manifestaciones, gemidos de reprimida cólera? ¡Que morte che diron, exclama? y pugnaba por estallar la santa ira que inflamaba nobles pechos. ¡Pobriño, que mala sorte tiveche, dicen? y duras acusaciones lanzan al rostro impávido de quienes causaron tu infortunio. ¡Cantas famiñas mutabas, sollozaban? y lágrimas de gratitud ahogan tiernas expresiones. ¡Pai dos pobres, te llaman? y en desgarradoras voces lamentan su horfandad. ¿Quen nos queda ahora, gemían? y presa de angustiosa desesperación maldecían en soledad.

Ah, pero no, injustas eran tales lamentaciones. Rendiste a la madre tierra el ineludible tributo, más tu espíritu queda con nosotros. No sabias abandonar a tus discípulos y en sus almas vives. Y en la hora de la tribulación sentímonos confortados con la fortaleza de tu ánimo. Y en los supremos instantes de la humana lucha tu espíritu nos animó y tu asistencia nos dio la victoria. El bicéfalo dragón quiso arrebatarnos tu recuerdo, pero no pudo destruir nuestros corazones en donde se hallaba grabada. Aúnanse la Envidia, la Calumnia y la Opresión. Vanos son sus esfuerzos. Tú nos habías enseñado a destruir ésta, despreciar la segunda y confundir aquella. Y el sencillo afecto de la niñez crió fortísimas raigambres, convirtiéndose en añosos arbustos. La Gratitud y la Experiencia regaron el árbol del cariño al Maestro y creció y floreció y dio sazonados frutos. Hoy precisamente ofrecemos los primeros. No responden a lo que Tú mereces, ni a la intensidad de nuestro afecto, más acéptalas ya que tienen el mérito de la espontaneidad y proceden directamente del corazón."

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