Opinión
PEDRO DE SILVA
¿Vuelve el turismo de cine?
A "Vicio propio", de Paul Thomas Anderson, le ocurre lo que a Thomas Pynchon, autor de la novela que la película adapta: es demasiado buena para que conecte con el gusto. Un problema sobre todo de tempo. Cuando se acostumbra uno a la comida rápida no es fácil volver a hacerse al sosiego que necesita la degustación. El cine de consumo se parece cada vez más a los tráilers: una sucesión de imágenes que se embuten mediante alimentación forzada en el buche del espectador (en los tráilers incluso contra su voluntad). A veces se fuerza tanto la velocidad que no se entiende nada, como en algunos spots de publicidad. En "Vicio propio", que es sobre todo una atmósfera, la historia entra por la respiración, y se adueña del organismo después de dejar la sala. El gran público como censor, por ausencia: "Vicio propio", con dos nominaciones a los Oscar, en muchos sitios ni siquiera llegará al cartel.
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