Opinión | tribuna del lector

CAROLINA CRESPO FERNÁNDEZ

Gobernar: ¿el arte de mandar o la nobleza de servir?

En una democracia, lo primero que ha de tener presente un gobernante o aspirante a serlo, es que no es dueño de los ciudadanos, sino su servidor. Para gobernar es necesario un buen equipo y un líder que lo dirija con autoridad-no con autoritarismo-; con contundencia y no con tibieza.

Un partido político ha de fijar un programa en aras a cumplirlo si es elegido en las urnas por los ciudadanos -no me gusta la abstracción de "ciudadanía"-. Ese líder debe aunar todos sus esfuerzos y capacidades para garantizar el cumplimiento de ese programa que lo ha llevado a ocupar su puesto de servidor. Hay asuntos de vital importancia, que no solo competen a un ministro o persona encargada de un área determinada, sino que el líder debe y está obligado moralmente a "dar la cara" y a "sacar pecho" para que se cumplan, cueste lo que cueste. Solo así podremos hablar de nobleza en la misión encargada por los ciudadanos y para los ciudadanos. El gobernante ha establecido un compromiso con sus votantes, pero nunca ha de olvidar que estos no están subordinados a votarle o seguir votándole a cualquier precio. "Gobernar" es tan noble como "educar" porque es entregarse abnegadamente al servicio del bien común y no ser esclavo de privilegios y ventajas que pueda conceder el mando.

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