Opinión | Crónica Política

JAVIER SÁNCHEZ DE DIOS

La presión

Así que, si se aplica la frase según la cual por sus hechos los conoceréis mejor que por sus palabras, pocas dudas se mantendrán acerca de la distancia que existe entre los dichos de la Xunta argumentando que en estos años ha bajado los impuestos y la práctica real. Lo que, analizado desde la mala intención, permitiría incluso hablar no tanto de desfase como de mentira, por más que suene fuerte e incluso, sobre todo en tiempo electoral, políticamente incorrecto.

Y para muestra basta un botón, especialmente si es tan significativo en un país de las características poblacionales, sociales y económicas de este antiguo Reino: el impuesto de sucesiones sobre las herencias. Porque en Galicia multiplica por mucho el que se abona en otras comunidades, incluso las gobernadas por el mismo partido que aquí, aunque a la hora de la verdad -en este y en otros asunto-, se parezcan como un huevo a una castaña.

En todo caso, y como ya tiene advertido el refrán de que se pilla antes a un mentiroso que a una tortuga, estos días hay otras pruebas de que eso de que aquí se rebajan, o al menos no aumentan, los impuestos es una falsedad: un veinte por ciento de los concellos incrementan el IBI por segunda vez en dos años. Y se anuncia poco después de que el nuevo conselleiro de Facenda tome posesión. Menuda herencia.

Pero volviendo a las sucesiones, hay quienes consideran sus consecuencias económicas como casi un expolio de la presión fiscal gallega. Porque se trata de cargar sobre lo que ya estaba más que recargado, que es el patrimonio de los vivos; y eso, cuando éstos fallecen, genera una doble imposición a sus causahabientes, por más que en la Xunta cuenten cuentos de hadas madrinas -dicho sin segundas- y gestores.

Y como se ha dicho que, además de las autonómicas y locales había otras pruebas de la presión fiscal en Galicia, es útil recordar la muy reciente sentencia del TSXG que anula los criterios impositivos sobre valoraciones en bienes inmuebles. Se ha anunciado recurso, pero el fallo parece muy sólido y muchos expertos hablan de que habrá de aplicarse talcomo.

Y es que había ocurrido hasta ahora que en el momento de establecer las cuantías de los impuestos por ejemplo sobre transmisiones, la Xunta de Galicia las estimaba de acuerdo a baremos de antes de la crisis o, dicho de otro modo, de cuando el ladrillo era aquí el rey de oros. Llevado a la época actual, el resultado ejercía como un dogal para los ciudadanos aunque permitía que el gobierno notase menos el bajón de las operaciones. Esa es la historia, y lo otro, por más que suene oficial, sólo el cuento.

¿Eh...?

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