Opinión | Profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo
ALBERTO VAQUERO
Milagros en economía, los justos
La estructura de la economía gallega no ha experimentado cambios notables en los últimos diez años. La tenue mejora económica de los últimos meses se ha centrado en el sector servicios, donde lo que abundan son trabajos que aportan poco valor añadido al PIB, ya que en su mayor parte son de naturaleza temporal y con bajos salarios. Por otra parte, los fuertes ajustes presupuestarios han pasado factura a la economía. En 2008 el gasto público en educación era de 842 euros por habitante, en 2013 pasó a los 758. Durante ese mismo período, el gasto público en sanidad paso de los 1.219 a 1.290 euros per cápita. Y a pesar de los drásticos recortes, el endeudamiento por habitante en 2013 fue de 402 euros, más del doble que en 2008. Para 2014 el ratio de deuda pública entre el PIB no bajará del 17%, más de 10 puntos que en 2008.
El tejido productivo gallego tampoco ha salido de la crisis. El Índice de Producción Industrial en 2014 arrojó un mal dato y el resultado para enero situó a nuestra comunidad autónoma con el tercer peor indicador. Todavía no se ha encontrado una alternativa a nuestro modelo productivo y a lo que se puede aspirar es a mejoras puntuales, pero no estructurales, salvo que se plantee una transformación productiva en condiciones. Los recortes en I+D+i (la dotación cayó de los 584 millones en 2008 a 468 en 2013) nada ayudan. Los costes salariales han registrado un descenso sin precedentes, al igual que las horas trabajadas, pero no se ha frenado el coste de otros factores productivos.
Galicia tiene un problema muy importante en materia laboral, que tampoco no se ha logrado corregir. En 2014 nuestra tasa de ocupación se redujo al 43%, 7 puntos menos que hace cinco años. Un argumento similar se puede aplicar a la tasa de actividad. La longevidad de nuestra población y el éxodo de jóvenes explican, una parte importante de estos resultados. Las exportaciones, que venían actuando como colchón económico han perdido fuelle, por la menor demanda interna de nuestros clientes europeos.
A pesar de esta realidad, ha sido habitual encontrarse con previsiones de crecimiento o de reducción de déficit público demasiado positivas. Conseguir estimaciones que se cumplan no es fácil, pero es recomendable ser más cauto y consecuente con la realidad. En economía, milagros, los justos.
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