Ébola es el nombre de un río del nordeste de la República Democrática del Congo (ex Zaire) donde por primera vez, 1976, se identificó la epidemia hemorrágica que conocemos por ese nombre. De las 602 personas afectadas 431 fallecieron, 15.000 en los últimos treintaicinco años.

En febrero de 2014, una epidemia, más mortífera que la de 1976, se manifestó en África occidental cuyos efectos empiezan a llegar a Europa. A fecha 10/10/2014 la enfermad había matado a 3.885 personas en la región. Además del coste en vidas humanas, el Banco Mundial estima el impacto económico del ébola en África, a finales de 2015, en 25.000 millones de euros. La OMS ha decidido que la epidemia de ébola en curso reúne condiciones para ser declarada de urgencia pública de alcance internacional. En este momento, prácticamente todos los países de la zona la sufren, hasta el corazón de sus capitales.

Ebolavirus

El virus del ébola -cuyo reservorio lo constituyen los murciélagos frugívoros, es decir, que se alimentan de frutos- fue aislado en 1977 por el estadounidense David Heymann y el belga Peter Piot, que fue quien bautizó el virus, y la enfermedad, con el nombre del río. Entre las cinco especies del género Ebolavirus la cepa más patógena es la Zaire con letalidad del 90%, la más benigna no baja del 24%.

El comienzo de la enfermedad, en fase clínica, no manifiesta síntomas específicos, se parece al síndrome gripal. Posteriormente aparecen rápidamente dolores abdominales acompañados de vómitos, diarreas y, a veces, erupciones cutáneas junto con importante alteración del estado general del enfermo. Insuficiencias hepáticas y renales completan el cuadro clínico con signos hemorrágicos frecuentes y variados en mucosas (signos, sin embargo, relativamente raros en la epidemia en curso).

El Ebolavirus puede atacar, a cualquier edad, tanto a mujeres como a hombres. Las personas en fase de incubación (de dos a veintidós días, generalmente entre cinco y diez) no trasmiten el virus. Solo un enfermo, es decir una persona infectada que presente además signos clínicos puede contagiarlo. La contaminación exige un contacto directo con órganos o fluidos corporales de un enfermo. La infección resulta de la penetración del virus en el organismo por una herida de la piel, por mínima que sea, o por las mucosas, incluidas bucales y oculares y, a fortiori, por una inyección con aguja portadora del virus. Se han detectado poblaciones con un porcentaje del 15% de personas, aparentemente inmunes, portadoras de anticuerpos.

Según me dijo informalmente el doctor Fernando García -buen conocedor del tema por haber trabajado en el Center of Disease Control de Atlanta- para hacerse una idea de la escala de contagio de la enfermedad hay que situarla justo por debajo del nivel de la hepatitis. El ébola es por tanto mucho menos inoculable que la gripe y probablemente también que el VIH si los cálculos de los biomatemáticos son correctos. El peligro de infectarse en un lugar público es prácticamente nulo lo cual no excluye tomar ciertas precauciones de carácter general.

Si me atengo a lo que leí en algunas revistas de divulgación científica relativamente solventes no existe de momento ningún tratamiento específico contra la enfermedad. Moléculas activas y vacunas están en fase de ensayo clínico o no se encuentran disponibles en el mercado. La eficacia de la inmunoterapia pasiva (administración de anticuerpos) sigue sujeta a debate toda vez que el número de pacientes tratados es todavía escaso.

El caso español

El ébola no es en España un problema nacional ni probablemente lo será nunca a menos que afecte imparablemente a toda Europa. Si fallos ha habido en el sistema sanitario han sido más humanos que estructurales. Hemos aprendido mucho en muy poco tiempo y se están tomando todas las medidas pertinentes para que casos aislados no deriven en epidemia.

Analíticamente, el caso de Teresa Romero -auxiliar de enfermaría del Hospital Carlos III de Madrid contagiada después de atender a los misioneros españoles expatriados- debe deslindarse en dos fases distintas cuya mezcolanza induce a confusión. Por una parte, la infección de la enfermera en la que parece haber fallo humano propio dado el estrés que provoca la atención a los enfermos. Por otra, la probabilidad más o menos elevada de que toda persona que esté en contacto con un enfermo pueda a su vez actuar de vector de contagios secundarios. Es esta segunda parte la que aparentemente no se observó en el protocolo diseñado por la UE-28 y la OMS que es el que se siguió en España. El equipamiento e instrucciones protocolarias de los profesionales que atienden a los contagiados parecen suficientes, no así el seguimiento durante veintidós días de los intervinientes. No es lo mismo, no confundamos.

Los Estados miembros de la UE-28 han instaurado protocolos coordinados de prevención de la epidemia. Ahora bien, como nadie es infalible, no queda excluido que el Comité de Seguridad Sanitaria europeo, una vez disponga de información completa sobre las causas del contagio en España, revise los protocolos de seguridad frente al ébola. De hecho, aquí ya se están implantando estos días nuevas medidas allende las recomendaciones europeas.

¿Médicos indignados?

Fallos técnicos y humanos existen en todas partes especialmente cuando la situación es novedosa. Incluso en Estados Unidos, a uno de los enfermos, recientemente fallecido, los médicos que lo trataron en su primera visita lo dieron de alta a pesar de que presentaba los síntomas de la enfermedad.

Pero sin pudor alguno, agravando la alarma social en lugar de serenar al país, parece que algunos medios han encontrado un nuevo Prestige que explotan con el claro objetivo de acoso y derribo del Gobierno explayando sesgos informativos amparadores de los médicos indignados. Mi particular indignación viene de que "la indignación médica" (que parece la del 15M) no se entiende fuera del contexto político habida cuenta que las medidas que se aplican en España contra el ébola fueron diseñadas precisamente por médicos especializados, entre otros los de la OMS con gran experiencia en África. ¿Por qué los médicos indignados no revisaron el protocolo y los equipos sugiriendo los cambios que considerasen oportunos? Si ahora se modifica el protocolo es para mejorar las recomendaciones europeas gracias a lo detectado por los profesionales españoles que en lugar de indignarse se pusieron a trabajar seriamente.

Explotación política de la situación

Por conocer varios sistemas sanitarios europeos, soy de los que confía en nuestro Sistema Nacional de Salud, en la alta cualificación del personal, en los medios de que dispone y en la voluntad de las autoridades de preservar la salud pública sea cual fuere el Gobierno en plaza. No obstante, no faltaron quienes de inmediato vieron la posibilidad de sacarle rendimiento político al contagio de Teresa Romero amplificando la alarma social tanto en España como fuera.

El oportunismo mostrado por Gaspar Llamazares da mucho qué pensar. El diputado comunista largó unas declaraciones llenas de mala intención que no tardaron en ser reproducidas en la prensa extranjera. Le Monde (9/10/2014) recogía las siguientes declaraciones del señor Llamazares: "Tenemos dos problemas. La enfermedad y un problema más grave (sic), un Ministerio sin cabeza que adopta decisiones sin conocer las consecuencias ni tomar medidas para que la enfermedad no se propague". Al tiempo que los sindicalistas aprovechaban la oportunidad para echar la culpa a los recortes llamando a manifestarse en Madrid el pasado miércoles 8 de octubre, antes de que se hubiesen esclarecido todos los términos de la situación, con la evidente intención de transformar la comprensible alarma social en colérica reacción popular.

Agradecimiento a Teresa

En este momento, lo urgente es romper la cadena de contaminación interhumana. Aunque no al 100%, es posible si se aísla precoz y sistemáticamente a los enfermos efectuando paralelamente un seguimiento exhaustivo de sus contactos durante los 21/22 días precedentes. En Europa y EE UU es relativamente fácil -al menos sobre el papel, fallos humanos aparte- casi imposible en África, por falta de medios, que en el peor de los escenarios tendría 1,4 millones de infectados a finales de enero de 2015.

Pero las personas con cierta densidad moral deben coadyuvar asimismo a desactivar la cadena del odio rompiendo los eslabones que el mal perder y peor falta de concienciación cívica ciñen alrededor de este país. Lo inadmisible es intentar encrespar a la gente en un contexto político tan caldeado como el español, por la crisis y el sobrevenido problema catalán, solo asumible desde la completa irresponsabilidad y la abyección política.

Y ante todo, agradecimiento a Teresa que nos dio un ejemplo hermoso por haberse presentado voluntaria, profesional de pies a cabeza, para atender a los misioneros enfermos cuyas vidas, las de los tres, nos abruman en nuestra miseria de grillos discutidores.

* Economista y matemático