Antonio Medal Carrera (1902-1985). Simplemente Medal para esa multitud de amigos tan variopintos que acumuló en épocas nada fáciles durante su azarosa trayectoria. Un personaje de fábula y una vida de película. Su biografía de bohemio trabajador, adorable y rico a la vez sigue pendiente.

Medal fue un artista que buscó su suerte y no al revés. Tras una primera etapa de pintor, incluso becado por la Diputación en París, luego se metió en el negocio al por menor de la materia prima para las fábricas de cerámica y construcción. Sus negociaciones con los paisanos resultaron épicas.

La fortuna le llegó a Medal en forma de minas de feldespato y arcilla. Esa actividad comercial que él practicaba como nadie le descubrió primero el paraíso que era Arcade entonces y después lo convirtió en millonario al hacer una buena venta de sus derechos mineros.

Como dinero llama a dinero, un amigo con olfato le aconsejó que invirtiera aquella fortuna en el negocio turístico que empezaba a despuntar. Entonces se fue a Canarias y en Tenerife se hizo propietario de una torre de apartamentos para vivir de rentas el resto de su vida.

Antes todavía le sirvió en bandeja a su amigo Moisés Álvarez los terrenos necesarios para levantar Pontesa, licencia industrial incluida. Luego don Moisés, "que era un gitano" según Medal, se las ingenió para sacarle al mismísimo Franco el dinero que no tenía y más, para levantar aquel imperio cerámico, que luego pagó bien con las mejores vajillas a doña Carmen Polo.

Precisamente hoy comienza la programación fuerte de la semana cultural que Pontesampaio dedica a Medal. En suma, una ocasión espléndida para acercarse allí, disfrutar con la muestra en su honor y conocer A Insuíña y su singular palomar/bodega que compartió con sus mejores amigos.

El próximo 2015 se cumplirán treinta años de su fallecimiento. Una ocasión magnífica de revisar su vida y obra para conocimiento y asombro de las nuevas generaciones. Personajes así no abundan.

El meollo de la cuestión está en adivinar si el recuerdo de Medal pervivirá por siempre en Pontesampaio, una vez que falte José Luís López Carragal, verdadero factótum de todas las actividades que llevan su nombre y perpetúan su memoria desde la Asociación de Vecinos Santa María.