La historia de la Edad Media nos cuenta cómo Europa, de tiempo en tiempo, incluso de forma estacionaria, se vio asolada por grandes epidemias que ocasionaban una elevada mortandad. Unas eran de evidente carácter infeccioso -peste, cólera, tifus, sudor miliar?- en las que era innegable la influencia de las condiciones ambientales o externas, aunque fuera del concepto higienista actual. Frente a ellas se hacía lo que se podía y se sabía, que era más bien poco. Otras -catalogadas como enfermedades demoníacas, brujería?- respondían a más inciertas causas, aunque en realidad tenían un origen determinado o en muchos casos probablemente se trataba de trastornos psicopatológicos compulsivos. Contra estas, la tortura y la Inquisición aplicaban sus crueles remedios. Entre estas últimas estaba la "enfermedad de la danza".

La enfermedad de la danza o baile de San Vito -también denominada danzomanía, coreomanía, manía danzante, manía de bailar, plaga del baile, epidemia del baile, baile de San Juan, tarantismo, tarantinismo?- tendría su equivalente médico en la corea. El conjunto de estos términos harían referencia a un proceso, individual o colectivo, en el que los afectados realizan movimientos involuntarios, incontrolados, irregulares y espasmódicos de las extremidades que muchas veces se asemejan a un baile, unidos a otras manifestaciones como falta de coordinación, dificultades para caminar, hablar o tragar, cambios de personalidad y trastornos cognitivos. Las danzas medievales alemanas, holandesas, francesas y españolas serían recogidas en diversos cuadros y tendrían su expresión literaria en el género de las danzas de la Muerte.

La primera de estas danzas de la que se tiene noticia aconteció en la Nochebuena de 1021 en la ciudad de Kölbigk (Alemania): 12 jóvenes congregados en la puerta de la iglesia secuestraron a la hija del párroco y con ella formaron un salvaje corro y danzaron del modo más obsceno. El párroco los maldijo y por castigo divino perdieron el control de sus extremidades y continuaron bailando en el atrio sin descanso hasta un año después. El episodio lo recoge el poema Manuel des Pechiez (1260), atribuido a Guillermo de Waddinggton, en adaptación al inglés de Robert Mannyng en Handlyng Synne, 1303 (actual reproducción facsímil University NY, 1983). En Galicia, Xesús Taboada Chivite (Etnografía galega. Vigo; Galaxia; 1972) relacionó la manía danzante con la ruada o foliada de la antigua mocedad rural gallega, en la que los mozos rodeaban a las mozas y les cantaban canciones. Con posterioridad, entre otros muchas, en 1237, 1247, 1278, 1374, 1438 y 1518, hay noticias de nuevas danzas ominosas medievales (véase: Ruy Pérez Tamayo. Enfermedades viejas y enfermedades nuevas. Madrid: Siglo XXI ed; 1998).

En Erfurt, en el año 1237, más de un centenar de niños afectados de coreomanía se fueron bailando y brincando más de 25 kilómetros hasta la ciudad de Arnstadt. Al llegar cayeron postrados al suelo, muchos murieron y otros se quedaron con terribles temblores para toda su vida. En el mes de julio de 1374, aparecieron en Aquisgrán varios grupos de gente pobre -campesinos, jornaleros, artesanos, criadas, mendigos y desocupados- que, según descripción del contemporáneo fray Pedro de Herental que lo presenció, eran: "Una secta extraña, formada por mujeres y hombres de varias partes de Alemania que llegó a Aachen (Aquisgrán) y de ahí siguió hasta Hennegau y a Francia. Su estado era el siguiente. Tanto hombres como mujeres habían sido tan ultrajados por el diablo que bailaban en sus casas, en las iglesias y en las calles, tomados de la mano y saltando en el aire. Mientras bailaban gritaban los nombres de algunos demonios, como Friske y otros, pero no tenían conciencia de esto ni tampoco prestaban atención al pudor, aunque hubiera otras personas viéndolos. Al final de la danza tenían tales dolores en el pecho que, si sus amigos no los apretaban con trozos de tela enredados en su cintura, gritaban como enloquecidos que se estaban muriendo. En Lieja, los libraron de sus demonios por medio de exorcismos como los que se usan antes del bautismo. Los que se curaron dijeron que les parecía haber estado bailando en un río de sangre y que por eso saltaban continuamente. Pero la gente de Lieja dijo que habían sido atacados de esa manera porque no estaban verdaderamente bautizados, debido a que la mayoría de los curas tenían concubinas. Por esta razón la gente propuso que el pueblo se levantara contra los curas, los matara y tomara sus propiedades, lo que hubiera ocurrido si Dios no hubiera proporcionado un remedio eficaz a través de los exorcismos. Cuando la gente vio esto su furia disminuyó al grado que los clérigos fueron tratados con todavía mayor reverencia que antes." Cuando los danzomaníacos advertían la presencia de alguna persona vestida de rojo o con zapatos puntiagudos le atacaban de forma brutal a patadas y arañazos. Finalmente entraban en trance, caían al suelo, espumaban por la boca, hiperventilaban o tenían convulsiones y contracciones. Una vez cedía el episodio, la mayor parte de ellos no recordaba nada. Cuando terminaba un brote, al poco tiempo surgía otro. En Metz se llegaron a contabilizar mil cien bailómanos

El nombre de tarantismo viene de la suposición de que la manía danzante estaba originada por la picadura de una tarántula. Sin embargo, la mayoría la atribuía al pecado y buscaba la curación en el peregrinaje a ermitas consagradas a los santos protectores. Cuando en 1430 estalló en Alsacia una gran epidemia del baile, se arrastró a los posesos a la capilla de San Vito en Zabern, donde alcanzaron la curación. También existían, en diferentes localidades, otras iglesias dedicadas a San Vito, a las que eran llevados los coreómanos para su curación. En esa época los alemanes utilizaban como maldición el dicho: "Que te dé el baile de san Vito". La danzomanía también fue denominada baile de San Juan, de modo que en muchas localidades alemanas, el día de este santo, se hacían círculos de fuego que eran atravesados por hombres y animales para quedar protegidos contra todos los males, al tiempo que se bailaba y se bebía. De igual manera, en Galicia, la noche de San Juan tiene origen incierto y las interpretaciones son infinitas, tomando numerosos nombres y relacionándolo con diferentes culturas. En la tradición cristiana, como adaptación del culto pagano, tendría su origen en la gran hoguera que Zacarías encendió después de que naciera su hijo Juan y saltó por encima de las llamas después de recibir el mensaje del Arcángel Gabriel anunciándole su paternidad. A partir del siglo XV la coreomanía se hizo cada vez menos frecuente. La última vez que tuvo carácter masivo fue en Horst, el año 1623.

Desde el siglo XI hasta la actualidad se celebra la procesión de danzantes de Echternach, en el Rhin, cada martes de Pentecostés. Esta reliquia única de las peregrinaciones medievales, fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en al año 2010. Desde las primeras plagas del baile la presencia de músicos era constante, porque es posible que la música actuase como desencadenante del episodio de manía danzante. No se conservan estas melodías, pero sí algunas letras de las canciones, con alusiones al movimiento y de carácter muy obsceno y grosero. La procesión de Echternach se desarrolla aún hoy con el fondo musical de los antiguos acordes de la abadía de Willibrod.

La esencia y la génesis de estas manifestaciones danzantes, innegables en la historia, se relacionó con la ingestión de cornezuelo de centeno, un hongo que se desarrolla en el pan fermentado, que contiene sustancias psicotrópicas, una de ellas es el acido lisérgico, y que producían alucinaciones. Sin embargo, no es posible porque a la vez produce necrosis de tejidos y gangrena en las extremidades, así que no habrían podido aguantar tantos días los participantes en el baile. Con toda probabilidad, el origen de la plaga del baile, como afirma John Waller, de la universidad de Michigan (A time to dance, a time to die. Hardcover, 2008), estaría en una psicosis colectiva, de tipo compulsivo, sobre una sociedad civil pobre, desesperada por la hambruna y, sobre todo, sugestionada por oscuras creencias, con la supuesta influencia de demonios de todo tipo.

El término corea fue dado por el médico y alquimista Paracelso (1493-1541) para estos males danzantes y, después del Medievo, pasaría a definir dos formas distintas de enfermedades neurológicas: la corea de Syndenham (descrita el 1668) o corea menor (debida a una fiebre reumática posterior a una infección faringoamigdalar por el Streptococcus pyogenes) y la corea de Huntington (descrita en 1872) o corea mayor (genética, hereditaria y degenerativa). Estas enfermedades, sus descubridores y sus pacientes tienen gran interés y serán objeto de otro de estos sueltos en FARO DE VIGO.

La danzomanía fue retratada genialmente por Pieter Brueghel, el Viejo (Breda, 1525-Bruselas, 1569), que con toda probabilidad presenció los macabros bailes, sobre los que Hondius hizo xilografías en 1642. Posteriormente Pieter Brueghel, el Joven, ejecutaría el óleo Los danzantes de San Juan en Molenbbeck; interpretación no aceptada por otros, al creer que se trata de epilépticos y que surgió del equívoco de que el neurólogo Jean-Martin Charcot utilizó el cuadro en sus clases y publicaciones con el título Peregrinos afectados por el baile de San Vito en procesión a la iglesias de San Willibrord, en Epternach, cerca de Luxemburgo, tal como lo había asignado el conservador imperial parisino, Paul Lacroix.