Lo malo del embrollo que ha montado la Xunta con las sedes de la fundación heredera de la obra social y cultural de las cajas no es que se vaya a gestionar desde A Coruña, teniendo lo más valioso de su patrimonio en Vigo, sino que no se atreva siquiera a reconocerlo, y que recurra a medias verdades y declaraciones altisonantes para mantener lo que no es capaz de justificar.

Dice que no cambia el reparto de sedes. No, no las cambia. Las desnaturaliza de tal manera que es como si las cambiase. Vigo tenía la sede institucional y "dirección efectiva de negocio", y A Coruña la social y fiscal. Ahora Vigo se queda solo como sede institucional, o sea, para la entrega de regalos a los niños en Navidad. Dicen que le quitan lo de "dirección efectiva de negocio" porque la fundación ya no tiene negocio. ¡Con lo fácil que hubiese sido dejarle lo de "dirección efectiva", sin "negocio". Estaría todo claro y todos tan contentos.

Dice también que el gerente dispondrá de tres despachos: Vigo, A Coruña y Santiago. ¿Y por qué no seis, y así evitamos marginar a Lugo, Ourense y Pontevedra? ¿Acaso no es de toda Galicia la fundación? O, ya puestos, por qué no diez despachos, y así incluimos Ferrol, Tui, Mondoñedo y Betanzos. Con un poco de empeño, hasta podría tener un despacho en cada uno de los 314 concellos gallegos. ¡Será por sedes! Además, de esta manera no habrá forma de saber nunca donde estarán trabajando el presidente, el vicepresidente, el gerente y sus secretarias, o sea, los que tomen las decisiones. De eso se trata, ¿no?

Dice la Xunta que la mayor parte de los trabajadores de los servicios centrales de la fundación se encuentran en Vigo, y así es. Sencillamente porque en Vigo es donde está el corazón de la fundación, donde está la Escuela de Negocios, la Escuela Hogar, el mayor Centro Social y Cultural de Galicia, el teatro García Barbón? Porque aquí era donde se dirigía hasta ahora. Porque es absurdo empecinarse en gestionar desde A Coruña lo que está en Vigo.

Lo que no dice, ya metidos en harina, es por qué no les valía ni siquiera Santiago, que es la capital. Salvo que sea para premiar a la caja de A Coruña por haber vendido su colección de arte, en vez de dejársela en legado a la fundación, o sea a Galicia, que fue lo que hizo la caja con sede en Vigo.

Desgraciadamente, la Xunta, y con ella Galicia, sucumbe una vez más a los inconfesables y letales egoísmos localistas. Una pena, porque Vigo no se lo merece. Y porque en definitiva quien pierde una vez más es ese proyecto común que llamamos Galicia.