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Cataluña no va bien

Las vacaciones parlamentarias están encima y las polìticas se anuncian en formatos ajenos a los problemas del país, por quemantes que sean. Faltan menos de cuatro meses para el referendum consultivo de la secesión catalana, sin que el tiempo ya perdido para el diálogo se recupere en algo más que recados de ida y vuelta sobre su convocatoria. Rajoy espera de Mas una petición por escrito y asegura que, de producirse, supeditaría su agenda al encuentro inmediato. Más asegura haber indicado verbalmente a Rajoy su predisposición no menos inmmediata si es convocado. Ni el primero se da por satisfecho con las palabras ni el segundo toma la iniciativa, si no de convocar, si al menos de invitar al jefe del gobierno español a esa reunión de la que estamos expectantes el resto de los ciudadanos.

En pocas palabras, no son creibles. El "hazlo tu primero" que intenta marcar una relación de jerarquía, o consumar ventajas, es muy decepcionante. Pareciera que el gallego tratase de apurar el agotamiento del catalán, o que éste recelase de una oferta -o una amenaza- que le obligue a desactivar la consulta. Pero sigue en pie la hipótesis de una mayoría social partidaria de la separación, capaz por sí sola de cuestionar la interdicción legal de la independencia. Es misteriosa la entidad de las bazas de cada cual para dejar que el tiempo pase, como si ello jugara a su favor. Pero el tiempo corre más que las estrategias, y es muy escaso el que queda para alcanzar soluciones dignas a favor de la unidad constitucional de España, que es lo que esperamos la gran mayoría de los ciudadanos.

Siendo ya tan relevante la cuota de soberanìa cedida a la Uniòn Europea, alucina la pasividad del ejecutivo español ante un asunto interno de esta magnitud. A excepción del cumplimiento de medidas econòmicas impuestas desde afuera y aborrecidas por las clases medias y populares, la acciòn gubernamental ni está ni se la espera. Los "reguladores" no alaban la recuperación española si no es con la salvedad del inaceptable desempleo y la deuda colosal. Cuando Rajoy y su gente se dan al autobombo deberían añadir a esas coletillas la de Cataluña. España va bien, podrían decir, salvo en el paro, la deuda y Cataluña. No aludirlo es como subestimar el problema caudal, o pretender nadificarlo en el silencio. Gravísimo error. Si la única respuesta va a ser la coerción contra los hechos consumados, el precio polìtico y el daño moral se harán impagables. Después de la dictadura, nada peor para España.

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