La Historia está repleta de personajes universalmente reconocidos que, de un modo u otro, han incidido decisivamente en el destino de la humanidad. En su inmensa mayoría, jamás han visitado nuestra ciudad. De hecho, pocos han pasado por aquí, o no tenemos constancia de ello. Dudo, incluso, que muchas de esas celebridades supieran de la existencia de Ourense. Pero en no pocos casos sus obras o legados fueron cruciales para el devenir de esta capital de la Galicia interior. Porque ella y su territorio formaron parte, en alguna ocasión, de planes trazados en otros lugares, a veces muy lejanos, pero con consecuencias que dejaron profundas huellas en su morfología y en sus habitantes.

Bien es cierto que solemos desligar los grandes hechos históricos -los que suelen aparecer en los libros de Historia Universal- de los lugares próximos, donde vivimos habitualmente. Quizá porque los convertimos en algo cotidiano y, en ocasiones, monótono. Puede ser por ello que, cuando queremos experimentar alguna sensación relacionada con la "gran Historia", buscamos referencias paradigmáticas que acostumbramos a realizar en momentos de ocio. Me refiero a visitas complementarias de viajes, habitualmente vacacionales, que hacemos a las pirámides de Egipto, a Petra, a Roma o a los conjuntos arqueológicos centroamericanos.

Nuestra ciudad, no obstante, también está relacionada con la Historia Universal. Puede que hayan permanecido o no en el tiempo unas ruinas más o menos espectaculares, pero sin duda su origen y evolución responde tanto a la acción de sus habitantes como a las decisiones tomadas, como antes decíamos, por aquellos grandes personajes históricos, aunque creemos que en este caso seguramente pesó más la segunda posibilidad. Veamos algún ejemplo concreto en la figura de un emperador romano, Vespasiano, cuya obra fue decisiva para Ourense.

Más, antes, quisiéramos que tuviesen en cuenta una cuestión importante. Esta ciudad no existía antes de la conquista romana. Pudo haber en este mismo solar, lugares frecuentados durante la Prehistoria por diversos grupos humanos, desde un lejanísimo Paleolítico que podemos remontar etapas que superan los 300.000 años. Quizá más. Podemos también dar por cierto que, hace más de 2.000 años, los antiguos galaicos que habitaron los castros de este característico valle, la "depresión ourensana" frecuentasen habitualmente las fuentes de As Burgas. Con toda certeza fueron bien conocidas para los habitantes de los castros de Oira, Santomé y otros de las proximidades. No en vano las ofrendas más antiguas que conocemos, realizadas en época romana y por personajes totalmente romanizados tienen como destinatario, sin embargo, a un dios indígena indoeuropeo, que ya moraba en las aguas termales antes de la incorporación de estas tierras al imperio. Como ya habrán adivinado, me estoy refiriendo a Revve Anabaraego.

De este modo, la ciudad de Ourense no se originará hasta bien consolidada la conquista romana. De hecho, las excavaciones arqueológicas realizadas hasta ahora no parecen remontar el primer asentamiento estable más allá de la segunda mitad del siglo I d.C. Así se deduce de los hallazgos realizados en puntos tan distantes entre sí como el solar de los actuales Museo Arqueológico Provincial-Praza da Madalena, O Posío, del Instituto Otero Pedrayo (O Pompeo) y, cómo no, de As Burgas.

Esta valoración no impide que existan otros materiales arqueológicos con mayor antigüedad pero, mientras no profundicemos más en los estudios, las primeras fechas para un asentamiento estable no remontarían el momento antes indicado, seguramente en un contexto vinculado con la acción de los emperadores de la Dinastía Flavia. De ser así, como hasta ahora parece ser, contamos con nombres propios de la Historia Universal fuertemente vinculados con el nacimiento de Ourense. Nos referimos a Vespasiano, Tito y Domiciano.

Estos emperadores flavios fueron cruciales para los actuales territorio y ciudad ourensanos, como antes lo había sido Augusto para las de Lugo (Lucus Augusta) y Braga (Bracara Augusta), algo más de medio siglo antes. Los que ahora tratamos, potencian ciudades como Chaves (Iria Flavia) en territorio bracarense, Iria (Iria Flavia), cerca de Padrón, Flavium Brigantium y Flavia Lambris en el convento lucense.

Intensas reformas

No en vano Vespasiano, que gobernó entre el los años 69 y 78 dC., acometió intensas reformas administrativas para paliar los desajustes causados durante los últimos años de la dinastía Julio-Claudia, especialmente con Nerón.

Con los Flavios se construyó la Vía XVIII (o Vía Nova del Itinerario de Antonino) entre Asturica Augusta (Astorga) y Bracara atravesando la actual provincia ourensana por las tierras del Limia, la depresión de Maceda y del valle del Sil, lo que contribuyó a profundizar en la romanización de estas tierras interiores. Posiblemente de esta reorganización territorial a la que contribuyó esa vía de comunicación tan importante, la XVIII, debemos indirectamente el origen de Ourense. De la misma calzada, no lejos de Aquis Querquennis, partía un ramal secundario que a través del puente romano llamado Ponte Freixo, que salvaba el río Arnoia entre Celanova y Cartelle, llegaba hasta la Depresión Ourensana, importantísimo nudo de comunicaciones. Aquí se atravesaba el Miño, con un puente, con un vado, o con ambos a la vez, para dar continuidad a nuevos caminos en dirección a Lucus, Brigantium, Dactonium, Tude y otras ciudades de la Gallaecia romana.

Pero existían por estos pagos otros atractivos para que en el lugar se edificase un núcleo más importante que un mero puesto de control de paso sobre el río Miño. Cerca de su orilla encontraron una zona que reunía unas condiciones excelentes. Se trataba de un entorno abrigado por las laderas del Monte Alegre, donde el sol daba casi desde el amanecer hasta su ocaso, rodeado de un valle feraz y de cómodo acceso. No estaba afectado por las crecidas del Miño y tenía unos manantiales termales con abundantísimo caudal que, además, eran milagrosas, sagradas. Y no era para menos. En ellas moraba desde tiempos inmemoriales el dios Revve Anabaraego, cuyos poderes sanadores eran conocidos en sitios muy lejanos.

Además, el lugar que reunía tan buenas condiciones, se encontraba a menos de una milla romana del puente. Tan sólo unos 1.200 metros separan las fuentes termales de A Ponte Vella. Los límites del primer establecimiento se situarían, aproximadamente, entre O Posío, A Madalena y As Burgas. Estos enclaves, junto con O Pompeo y el entorno del Museo Arqueológico, representan el nacimiento de Ourense, por lo menos hasta que las excavaciones no nos proporciones nuevos datos que maticen o refuten los que ahora tenemos.

Y todo parece indicar que el nacimiento se inicia en tiempos del emperador Vespasiano, Titus Flavius Vespasianus, que en el año 69 dC. sucede a Nerón tras el convulso "Año de los Cuatro Emperadores".

La importancia de este excelente militar radica en su obra como emperador. Concedió la ciudadanía a numerosas ciudades hispanas por medio del Ius Latii o "derecho latino". Este hecho, aunque todavía es objeto de discusión historiográfica, parece que además de mejorar el sistema tributario y ganarse el favor de las provincias suroccidentales del imperio, contribuyó a promocionar a determinadas élites indígenas a la magistratura romana.

Como curiosidad, y para situarnos en contexto, recordemos que mientras Ourense estaba naciendo, Vespasiano iniciaba la reconstrucción de Roma, afectada tras el incendio que tuvo lugar bajo el mandato de Nerón, también comenzaba la edificación del Anfiteatro Flavio, conocido como el "Coliseo" -aunque muchos prefieren llamarlo Coloseo, por la estatua monumental de Nerón que se erguía en las proximidades-, edificaba el templo del Capitolio o, como no, el Foro de Vespasiano con su Templo de la Paz, construido para albergar los trofeos obtenidos tras la toma de Jerusalén, entre ellos, la Menorah (candelabro de siete brazos) o las trompas rituales del templo de la ciudad sagrada judía.

Vespasiano falleció un 24 de junio del año 79 d.C. como consecuencia de una enfermedad, y no asesinado, como muchos de sus predecesores. Permítanme para finalizar un par de anécdotas indicativas de su carácter irónico y tenaz. Unos instantes antes de expirar exclamó "¡Vaya, creo que me estoy convirtiendo en dios!". Inmediatamente, muy debilitado por la enfermedad, pidió que le ayudasen a permanecer erguido ante su hora final porque "Un emperador debe morir de pie".

Como vimos, aparentemente nada relaciona a Titus Flavius Vespasianus con la urbe ourensana, pero su origen está fuertemente ligado a la reorganización del territorio promovida por la dinastía iniciada con su mandato, contexto en el que nació la ciudad de Ourense.

* Arqueólogo municipal de Ourense.