La abdicación de D. Juan Carlos puede y debe ser analizada desde distintas perspectivas. La mía, economicista y pragmática, hace una lectura claramente positiva de la decisión.

La figura del Rey había sido dañada en los últimos tiempos por diversos episodios de su vida privada que se divulgaron ampliamente. La particularidad de la figura del monarca hace que la frontera entre su vida privada y pública no sea como la de los demás y que su reputación determine para bien o para mal la del propio país. El recambio era necesario. Y el momento es bueno por lo que supone de renovación y mirar hacia adelante. Tratar de dejar atrás unos años malos para casi todo, salvo el fútbol.

El príncipe Felipe está capacitado para desarrollar muy bien el trabajo de jefe de Estado. Su intervención en pos de las Olimpiadas en Madrid es un magnífico y reciente ejemplo de ello. Por eso, entiendo la tesis de quien defiende que hay que aprovechar el momento para plantear un referéndum sobre la continuidad de la Corona y que la figura del rey es algo anacrónico. Pero teniendo en cuenta la cantidad de frentes abiertos que socavan la estabilidad política e institucional, y que para el trabajo de representación que tiene el rey hoy en España, no se me ocurre nadie mejor ni más preparado, estoy a favor de la sucesión. Pragmatismo puro.

*Director de GEN (Universidade de Vigo)

@SantiagoLagoP