Como expone el Profesor José Girón en su último libro sobre la Restauración, los viejos partidos dinásticos y republicanos carecían de aparato propiamente dicho, y fueron siendo sustituidos por partidos (como el PSOE) dotados de estructuras estables, con programas definidos y terminales fijas en cada lugar del territorio. ¿Abrirán los resultados de hace días en toda Europa la posibilidad de que ese modelo sea ahora superado, más de un siglo después, por el de grupos sin estructura ni apenas programa, capaces de recoger estados de opinión? La primera cuestión es si esas nuevas opciones serán capaces de acomodarse al juego de las instituciones, y hacer propuestas políticas viables, sin perder el atractivo de la contestación social, que es la marea que las ha subido a la ola. La segunda, si acabarán devoradas por la resaca de sus propios seguidores. Las respuestas aún no las tiene nadie.