Benasque es un lugar del Pirineo oscense, a horcajadas del navarro y el catalán. Como en el territorio tolkiano, tiene tierras altas, medias y bajas. Allí se habla un dialecto, que según los lugareños se aproximaría al aranés y en nada se parece a la "fala" de los regionalistas. Tampoco se canta la jota, que se identifica como el lenguaje musical aragonés por antonomasia.

Con un censo de 2.100 habitantes, en temporada alta quintuplica la población, ya que es enclave turístico.

Benasque tiene alcaldesa. En las pasadas elecciones, hará pronto tres años, un grupo de vecinos, disconformes con sus representantes, formaron una candidatura bajo el manto del Partido Popular. Ganaron y pusieron al frente a una mujer. Es la única de la corporación de once concejales.

La mujer que rige Benasque no es una alcaldesa cualquiera. Hizo los primeros estudios en Monzón (Huesca), a donde se había trasladado la familia para "escapar de las vacas", estuvo un año en California (EE UU) y cursó Filología en la Facultad de Zaragoza. Por un tiempo fue profesora de esa Universidad.

Con naturalidad se proclama católica practicante, habla con su madre de la reencarnación y la resurrección de la carne --cuestiones que su progenitora despacha con un gesto--, y dice que a estas alturas los conceptos derecha e izquierda se diluyen como las nieblas en las tierras medias.

La alcaldesa tiene dos hijos gemelos de nueve años y un marido que es el historiador local. Conoce la genealogía de cada familia, el origen de las casas antiguas, la flora, la fauna, cada palmo del terreno, y siempre está dispuesto a enseñar sus saberes a quien se interese por el mundo real y mítico de Benasque, donde han acontecido sucesos terribles, como los que refieren los documentos que cuentan el ajusticiamiento por brujería de 24 mujeres a finales del siglo XVI.

El legajo lo encontró el sacerdote del pueblo. Algunas hojas aparecieron revoloteando en un día de viento mientras repicaban las campanas de la iglesia.

Con lenguaje sintético y administrativo, cuenta la historia del lugar en aquellos siglos. Y entre la contabilidad de los gastos e ingresos, surgen dos páginas con el tremendo episodio de las ejecuciones de mujeres por brujería. Sin otra literatura que la cuantía que se había pagado al verdugo por las ejecuciones.

Estas brujas no ardieron en la hoguera, como recogen las leyendas de los procesos de la Inquisición. Las mujeres de los legajos de Benasque, dos docenas en total, murieron en la horca, porque resultaba más barato el ahorcamiento que el ajusticiamiento en la hoguera. Y no fue la Inquisición, sino la justicia civil la causante de la condena.

Eran mujeres "normales", que poco tienen que ver con la mitología de las brujas que recrea Alex de la Iglesia en su película sobre los ajusticiamientos de Zugarramurdi, y al que el historiador Mikel Azurmendi pone a caldo.

Lo relata Luz Gabás, que es la alcaldesa de Benasque, en su última novela, "Regreso a tu piel". Porque Luz Gabás es también una de las escritoras de éxito de la última década. Su novela, "Palmeras en la nieve", la han leído medio millón de españoles, y la película, con un actor de moda como Mario Casas, está a punto de exhibirse.

Su nueva obra, "Regreso a tu piel", que ya es best-seller, está más entroncada en el territorio en el que se mueve a diario.

La alcaldesa de Benasque tiene la capacidad de desdoblarse. Cuando habita en las tierras altas se pelea con la oposición; cuando desciende al llano, cautiva a los lectores. Sin fallar a sus compromisos municipales --"aún me deben días"--, Luz Gabás se mete en la piel de la escritora y recorre el país para hablar de sus novelas con los lectores.

Hace una semana estuvo en Vigo. Y llamó la atención por la sencillez, coherencia intelectual y el dominio del lenguaje.

En su papel municipal asegura que hay muchos alcaldes de pequeños municipios como ella que se desviven por sus pueblos y con escasa recompensa. Están en la vida pública, pero apenas tienen nada que ver con los políticos profesionales.