Opinión | Sólo será un minuto

TINO PERTIERRA

Maquillaje de felicidad

Katarina: "Mi primer recuerdo es un bombardeo así que sé de lo que hablo cuando hablo de horror. El segundo es el rostro de mi madre preparándose para recibir a un cliente con sombras de ojos burdeos, colorete albaricoque y barra de labios transparente. Mi padre había sido fusilado y sobrevivir en un país en ruinas no era sencillo pero ella era bella y entre sus amigos había gente influyente que podía conseguir productos de belleza como los que usaban en Hollywood. Cuando crecí lo suficiente para que pudiera entender su rencor hacia el amor me lo definió sin contemplaciones: Diez meses de llamas, cinco meses de brasas y cinco años de cenizas. Y lo acompañó de un consejo para el futuro: Pretender gustar a todo el mundo es innoble.

Con el tiempo descubrí que tenía razón en lo primero y que lo segundo es mi especialidad. Gustar. Agradar. Satisfacer. Me dedico a la alta evasión y pinto mi vida en rosa flúor para no dejar lugar a deudas. Mi último amante, un presentador televisivo que vive en un barco y dice estar fascinado por mi belleza outsider, dijo que admiraba mi fe en la codicia y que tengo una mente para las finanzas y otra para el pecado. Es una forma como otra cualquiera de despreciarme y no pienso discutir con él. Ni con nadie. Lo que digan me preocupa menos que el tiempo que le queda a mi exfoliante facial para acabarse.

El tiempo es un dios hambriento. En cinco años tengo que asegurarme la vida para otros cincuenta Me sobran inversores: políticos renegados, perversos e incultísimos magnates, famosos abonados a la vanidad salvaje. Sé por qué hago lo que hago y no pienso dejar que los remordimientos me hagan jaque mate, no tienen derecho a exigirme nada en este mundo postrado ante la inmundicia que atasca sus tuberías. Mi madre lo sabía y me lo enseñó: el infierno es vivir, el cielo es volver a la nada y entre medias hay que maquillarse para que parezcas feliz".

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