Opinión

CARLOS NÚÑEZ*

Sobre la estética de la comunicación urbana

Un viejo humanista me comentaba que el panorama urbano de la ciudad no lo diseñaba ya la arquitectura, sino la rotulación comercial y los anuncios de neón, recordando aquellos letreros tradicionales de los desaparecidos comercios vigueses. El debate que proponemos es recuperar el arte de la usanza de nuestro propio estilo cultural, rastreando los paisajes tipográficos y rehabilitando la desairada honestidad informativa de los rótulos comerciales de nuestra ciudad. Poco a poco se impuso la estética del mal gusto como filosofía del arte en la comunicación comercial: utilización de materiales inadecuados, formas y colores adversos... Y lo que es peor, la personalidad sensorial del vecindario va aceptando el cambio cultural de esta nueva estética de la cosa práctica, efímera y culto al mal gusto. Una buena parte del diseño libre que se emplea en la instalación comercial exterior, viene marcado en su mayoría por las tendencias americanas y anglosajonas en su versión consumista más banal, vulgar e intemporal.

En esta bella ciudad hay que lograr un nuevo equilibrio a partir del enriquecimiento de la planificación estética y funcional, incrementando la habitabilidad de nuestra ciudad y su atractivo ornamental. Con frecuencia el mal llamado progreso impuso el despropósito depredador y una patrimoniofilia que arrasó lo bello que existía y la pérdida del sentido estético, haciendo de la calle una maquinaria anónima y no un lugar como espacio vivo.

Sabemos que la belleza no se reglamenta, pero el mal gusto de muchos entornos comerciales se ha transformado en fealdad. Una ciudad que vive entorno a la fealdad, vive peor. Vigo necesita una nueva ordenanza que regule, defina e impulse los cánones estéticos acordes con nuestra ciudad cada vez más acogedora, más bonita, más limpia, pero que necesariamente tiene que ser más bella en los reclamos de las instalaciones exteriores comerciales. Esto no supone encarecer los montajes sino ordenar unos criterios para erradicar todo lo indigno del mal gusto e imponer no el "gusto oficial", sino ordenar el espacio sin desvirtuar el carácter autóctono y respetando la armonía cultural e histórica de cada lugar. Sin pretenderlo, con la labor educativa de este estímulo artístico urbano podremos crear un museo a cielo abierto, en donde la estética no frene al progreso, sino que lo apoya, le da sentido y lo ennoblece.

Otro frente normativo a aplicar es el de la publicidad exterior. La mayoría de las ordenanzas municipales españolas contemplan todos los recursos administrativos para su control legal, impositivo-recaudatorio, pero los cánones estéticos parecen estar ausentes en los idearios municipales. En todas las ciudades las marcas comerciales y los rótulos publicitarios son una parte integrante del paisaje urbano. Por eso la publicidad exterior debe ser atractiva y organizada en lugar de agresiva y omnipresente. El impacto visual y la degradación del paisaje, ante la invasión de publicidad exterior, necesita la aplicación de una reglamentación que controle el formato, la densidad y las zonas de exposición. Las entradas a la Ciudad y las zonas periurbanas requieren una atención particular, incluso aplicando otras iniciativas internacionales.

En Vigo aparecen los primeros rasgos del nacimiento de la conciencia tutelar sobre la estética urbana de la comunicación en el s. XIX. Entre los factores que intervinieron activamente en la evolución de este proceso sería la implantación educativa de la Escuela de Artes y Oficios, ágora de un nuevo espíritu ilustrado por descubrir y proteger las formas autóctonas propias. En la actualidad no existen ordenanzas administrativas municipales serias que recojan la política cultural de los letreros, soportes, bienes muebles y comunicación viaria en general.

Los objetivos de esta nueva normativa, lejos de "prohibir, impedir y controlar", estimularían los microambientes zonales, el realce estético del entorno a la vez que permitiría una transición progresiva hacia futuras reformas más amplias en la planificación urbana. La tutela del Patrimonio a través de esta protección normativa, sería específica para cada uno de los tres círculos territoriales: Casco Histórico, anillo intermedio o residencial y zonas de expansión o distritos periféricos.

"Vivimos en la sociedad de la información y del conocimiento en que la comunicación urbana definirá la ciudad futura", terminó diciendo el viejo humanista a los pies de un centenario edificio restaurado en O Berbés, cuyo espantoso rótulo "Ultramarinos Manolo" no augura gran ciudad de futuro, si no le ponemos remedio.

*Publicista

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