Pescafina es una de las grandes desconocidas del grupo Pescanova, y también estaba en concurso de acreedores. Se trata de una filial que cerró 2012, según su propia página web, con un volumen de ventas superior a los 660 millones de euros. Teniendo en cuenta las cifras de facturación de Pescanova, al menos un tercio de las ventas se deben a este gigante que tiene su sede en la calle Ferraz de Madrid. Tiene más de 680 clientes y una red de distribución de congelados que es la envidia del sector -como Dr. Oetker-, y suspendió pagos por problemas de liquidez. Pero ayer el Juzgado de lo Mercantil 1 de Pontevedra celebró ayer la junta de acreedores de esta sociedad, que también recibió el visto bueno a la propuesta de convenio con el respaldo de un 68,89% de los acreedores con derecho a voto.

Pescafina era una filial de Transáfrica, compañía que suspendió pagos en 1998. En el año 2000 Pescanova tomó el control de Pescafina tras abonar 2.500 millones de pesetas (más de 15 millones de euros). Cuando la adquirió, la multinacional con sede en Chapela justificó la compra para poder convertirse en un "gigante" mundial en el sector, ya que Pescafina ya poseía una buena red de comercialización. Pero Pescanova no lo tuvo fácil para hacerse con esta sociedad, ya que había tres ofertas por ella: la de la empresa gallega, la de un banco alemán y la del multimillonario portugués Américo Amorim.

"Su aspiración era importar a Europa", explican fuentes expertas en el sector pesquero. Finalmente se la quedó la compañía que, entonces, presidía Manuel Fernández de Sousa. Pese a perder esta batalla, Amorim no renunció a hacer sus pinitos en la acuicultura con plantas al sur de Portugal y en Cuba (se dice que, cuando Fidel Castro visitó Portugal, se quedó a dormir en su casa) de dorada. "Pero vio que tenía muy poco margen de explotación, tienes que tener el pescado muy próximo al punto de venta", ilustran las mismas fuentes. Para importar la dorada que cultivaba en Portugal no pudo hacerlo por los aeropuertos norteamericanos -por el bloqueo-, con lo que el gasto se le disparaba.

En el sector no consideran "descabellado" que Américo Amorim intente comprar, por ejemplo, la planta de rodaballo que Pescanova tiene en Mira, ya que el proyecto "está iniciado y tiene un buen soporte técnico". Pase lo que pase con Acuinova -y con Amorim-, Pescanova puede decir ya que acaricia la salida de concurso de la matriz y de su gran trader.