En las grandes ligas europeas de fútbol es común la supremacía de dos o tres equipos sobre el resto.

Metafóricamente, la expresión "No disparar a pájaro parado" resume la esencia de la equidad deportiva en referencia a un umbral mínimo infranqueable. Dicho umbral impone implícitamente la existencia de fuerzas aproximadamente iguales entre rivales -o, como mínimo, que la esperanza de probabilidad de ganar del peor dotado no sea demasiado pequeña- para que prevalezca el interés por resultados imprevisibles. En caso contrario no habrá competencia sino monopolio o abuso de posición dominante. Sin que el consenso sea absoluto, algunos enfoques consideran que el dominio, además de acabar con la igualdad de oportunidades y el espíritu deportivo, puede ser contraproducente económicamente para el conjunto de la liga de fútbol.

Dominio excesivo

Empresarialmente, la situación de monopolio es la deseable si no existen restricciones legales al respecto. Siendo única oferente del producto que propone, la empresa maximiza beneficios con una política de producción maltusiana reduciendo la oferta. En el deporte, esta situación, en principio, no es ideal.

En la ciencia económica del deporte, se conoce como Louis-Schmelling Paradox (en el caso del boxeo) la situación en la que el monopolista pierde dinero al carecer de rivales de calidad para combatir. No obstante, incluso teniendo rivales el interés del combate aumenta cuando son ambos de muy alta calidad. Para que los combates generen ingresos elevados, por taquillaje o derechos de retrasmisión, los oponentes deben ser lo más fuertes posible y de fuerzas muy similares -físicas o técnicas- que provoquen emoción en los enfrentamientos. Ciertamente, el boxeo es un caso extremo pero suele admitirse que en los deportes de equipo los partidos entre rivales equilibrados despiertan mayor interés que cuando uno de los rivales supuestamente domina ex ante. Ahora bien, esta creencia, que sostiene la así llamada Yankee Paradox, en referencia al beisbol estadounidense, es discutible.

Los profesores de la Universidad de Valencia Francisco Montes y Ramón Sala ("Equilibrio competitivo en la Liga española de fútbol de Primera División: Un test de Montecarlo basado en datos funcionales", 2012) encontraron que no hay equilibrio competitivo (es decir, no hay igualdad de oportunidades) en Primera División puesto que la probabilidad de victoria es notablemente mayor para dos clubes. En su estudio (diez temporadas, 2003-2012) apuntan que la incertidumbre en la clasificación final despierta el interés de los aficionados y los aspectos económicos en consonancia -taquillaje y derechos televisivos- aumentan. Montes y Sala, aplicando una metodología novedosa, confirmaron en su trabajo lo que todo el mundo sabe: en la liga española de fútbol de Primera División hay dos equipos dominantes y, según temporadas, alguna excepción (outlier). Al menos en el periodo estudiado.

Compartimos la constatación de los profesores Montes y Sala respecto a que en Primera División no se observa equilibrio competitivo. Otra afirmación de Montes y Sala nos parece discutible: que los aficionados prefieran competiciones más cerradas porque les procuran mayor placer. Es posible que ciertos hinchas prefieran, en efecto, competiciones más cerradas toda vez que sus respectivos equipos tendrán menos probabilidades de ser humillados por los grandes. Cosa bien distinta es que competiciones cerradas procuren mayor placer estético o emocional que las dominadas por dos o tres grandes equipos. Vrooman, uno de los mejores especialistas, cuestiona la Yankee Paradox. Vrooman afirma que los aficionados prefieren competiciones desequilibradas -en las que evolucionen un par de equipos grandiosos capaces de ofrecer espectáculos inolvidables- a competiciones igualadas pero mediocres. Además, es difícil medir la emoción. Distinta es la tensión, y el placer que retira el espectador, cuando el equipo favorito va ganando que cuando pierde (S. Bryant y al. 1994)

Champions League

En ciertos ámbitos del futbol profesional se achaca en parte a la organización de la Champions League que en las ligas nacionales profesionales europeas de primer nivel no exista equilibrio competitivo. Si la Champions fuera responsable de ese dominio la convertiría, si bien se mira, en una liga cerrada en la que participarían cada año generalmente los mismos clubes hegemónicos en sus ligas nacionales. Nuestra opinión es que existen factores de preeminencia que preceden a la participación en la Champions, la cual, en todo caso, reforzaría esos factores por retroacción pero sin ser causa de los mismos. Algunos trabajos académicos efectuados a petición de la UEFA confirman esta opinión.

La Champions permite a los clubes que la disputan, es cierto, disfrutar de ventajas a varios niveles. Directamente, gracias a ingresos distribuidos a los participantes por la UEFA. En el último campeonato, 2012-2013, más de 900 millones de euros a los 32 equipos calificados para las fases de grupos. Los mejor remunerados fueron la Juventus con 65 millones; 55, Bayern; 54, Dortmund; 45, Paris SG. Hay que sumar los ingresos concomitantes por taquillaje y sponsoring que genera la participación a la más importante competición de fútbol exceptuando el Campeonato Mundial. Pero, aun siendo importantes, esos elementos son insuficientes para atornillar las jerarquías nacionales que finalmente cristalizan en un desequilibrio competitivo a nivel europeo.

La talla de los mercados donde compiten los clubes es determinante, los que juegan en los más importantes disponen de mayores capacidades financieras (sponsoring, televisión, taquillaje, merchandising, etc.) Ello les permite invertir más en talento deportivo y, en consecuencia, aumentar las probabilidades de victoria y calificación para la Champions. Calificación que pasa por competir previamente al más alto nivel en la propia liga nacional. En la actualidad, la importancia de los mercados nacionales (las cinco grandes ligas: Inglaterra, Alemania, Italia, España, Francia) es tal que los equipos emblemáticos del pasado (Benfica, Ajax, Celtic, Estrella Roja, Feyenoord, etc.) difícilmente acceden a la Champions.

Otros factores de preeminencia pueden evidenciarse igualmente, tales la naturaleza jurídica respecto a los propietarios-accionistas de algunos clubes o las modalidades de negociación y distribución de los ingresos audiovisuales (individual o colectiva, criterios de reparto, etc.) En España, el reparto de derechos audiovisuales va de 10 a 1 al tiempo que en las ligas europeas la diferencia entre el equipo que más cobra y el que menos está en la relación 2 a 1. Real Madrid y F. C. Barcelona cobran más del doble que el equipo que más cobra por derechos de retrasmisión en la Premier League inglesa.

Son esencialmente estos factores los responsables de los desequilibrios en las competiciones nacionales al favorecer habitualmente a un número limitado de clubes para la calificación en Champions League. Y esta calificación retroalimenta la ventaja inicial al concentrar los ingresos en los clubes con capacidad financiera ya de entrada superior a la de sus competidores nacionales. Es decir, cuando un equipo alcanza el más alto nivel, accediendo a la Champions, la probabilidad de permanecer en ese nivel aumenta siempre y cuando provenga de alguna de las cinco grandes ligas europeas o, más probablemente, de las cuatro primeras, excluyendo la liga francesa.

La Historia cuenta

La ausencia de equilibrio competitivo en las ligas profesionales europeas obliga a los clubes menos potentes a una carrera desesperada en busca de recursos económicos para mantenerse, lo que a veces los lleva a ser económicamente inviables por las deudas contraídas. Esta situación ha llevado al regulador del fútbol europeo, UEFA, a proponer el juego Limpio Financiero con el fin de sentar las bases de viabilidad económica de los clubes que quieran participar en las competiciones que organiza. Entre las medidas no queda descartado que en el futuro se apliquen topes salariales (salary cap) como en algunas ligas profesionales estadounidenses o transferencias de ingresos de los clubes más ricos al resto ("impuestos de lujo")

Sucede que el statu quo que reina en la Champions -fiel reflejo de la ausencia de equilibrio competitivo en las cinco grandes ligas europeas- puede esclarecerse con algunos conceptos elaborados por el economista evolucionista Brian Arthur ("Increasing Returns and Path Dependence in the Economy", 1994) Creemos que los economistas del deporte no han desarrollado suficientemente -o ni siquiera las han visto- las enseñanzas que pueden extraerse de los conceptos de "Trayectoria condicionada" (Path Dependence) y "Cerrojazo al mercado" (Lock-in Effect) revisitados por Brian Arthur si bien enfocados a un contexto tecnológico en el marco de la economía de redes.

En primera aproximación, trayectoria condicionada significa que ciertas decisiones o ventajas iniciales, a veces pequeñas, inducen efectos feed-back positivos duraderos que atornillan posicionamientos irreversibles o de difícil acceso a eventuales aspirantes (cerrojazo del mercado) Esto es, en cierta medida la Historia cuenta y la trayectoria de las entidades deportivas, económicas, tecnológicas o de otro tipo se materializan en efectos acumulativos (fruto de rendimientos crecientes o externalidades). El concepto de trayectoria dependiente comparte alguna similitud con el de histéresis, propiedad de los sistemas cuyo estado corriente depende de su historia inmediata. Con las salvedades que se imponen, estas enseñanzas son de directa aplicación a las ligas europeas de futbol profesional.

Guillermo de la Dehesa es presidente del Centre for Economic Policy Research (CEPR London)

Juan José R. Calaza es economista y matemático