José Altabella y Leal Insua incluyen al final de su "Historia del Faro" una relación de 250 publicaciones -diarios, periódicos, revistas-, que se han editado en Vigo y han desaparecido. La lista corresponde a 1964. A día de hoy, se habrá incrementado en más de medio centenar.

De las primitivas publicaciones viguesas sólo queda el nombre y cuatro apuntes historiográficos, y en el mejor de los casos, la colección.

Una de ellas es el semanario satírico "La Ráfaga". Aún habrá lectores que vivieron en la República que lo recuerdan.

Nació hace un siglo, el sábado 4 de abril, en vísperas de que Vigo temblase con una mortal epidemia de tifus y en la antevíspera del estallido de la Gran Guerra.

Fue una de los semanarios más combativas de Galicia. En varias ocasiones sufrió los rigores de la censura, y en plena dictadura de Primo de Rivera, periodos de cierre. Su director tuvo que ir a la cárcel en 1925 por defender la libertad de expresión.

Pero "La Ráfaga" resistió. La colección que se guarda en la Fundación Penzol termina en 1935, pero hay testimonios de que sobrevivió hasta el comienzo de la guerra civil.

Fue profundamente vigués. Una de sus iniciativas, en 1918, consistió en homenajear al maestro Elías Pérez Martínez, que fuera profesor de Méndez Núñez. Se le erigió un monumento, diseñado por Jenaro de Lafuente, y costeado por suscripción popular, que está en Pereiró.

En Vigo tenían estatuas marinos ilustres, políticos y escritores, pero era la primera vez que se reconocía la labor de un maestro. Suponía un cambio de mentalidad en una ciudad en la que la enseñanza tuvo rango inferior.

Promovió iniciativas rompedoras en el ámbito del márketing. Por ejemplo, sometió a votación entre sus lectores cual era el club de fútbol más simpático de la ciudad. Y llovieron cartas. Ganó el Real Vigo (téngase en cuenta que no habrá Celta hasta 1923).

Detrás de "La Ráfaga" estaban unos vigueses de valía: los hermanos Miguel y Ramón Campos Peña y redactores como Ricardo Trillo y Humberto Cuiñas. Inteligentes, decididos y convencidos de lo que podían aportar a la sociedad con un periódico comprometido. Con información, reflexión, crítica, cultura y ocio. Los auténticos contenidos de la prensa.

De la sacralización decimonónica de los periódicos, cuando lo que aparecía en sus páginas era digno de crédito, a la desmitificación actual, en que la multiplicidad de mensajes confunde y pone en cuestión cuanto se emite, media un abismo

El periodismo es información, como resultado del trabajo concienzudo y profesional de los periodistas. Por eso la verdadera información es cara y escasa. Cuando sobreabunda y se produce una inflación de mensajes, tantas veces sin contrastar, hay que ponerla en cuestión.

La diferencia radica entre el ejercicio profesional del periodismo y el mero aporte de datos. Donde falta la profesionalidad las noticias carecen del rigor que ofrecen los medios hechos por periodistas.

La prensa siempre ha sido selectiva. En siglos pasados, eran contados los lectores de periódicos. Entonces la selección se debía principalmente a tres factores: saber leer, tener capacidad de compra e interés por la información.

A día de hoy, con la proliferación de medios y tecnologías mucha gente cree estar bien informada sin necesidad de leer la prensa.

Es un error que nos retrotrae a los orígenes: a que cada vez más los periódicos, con información objetiva y contrastada, sean patrimonio de élites.

Ojalá Vigo, ciudad de la prensa, en recuerdo de "La Ráfaga" y cuantas publicaciones han habido, no pierda la costumbre de leer para seguir siendo una sociedad plural y bien informada.