El meollo de la cuestión está en adivinar cuál va a ser la valoración final, con nota incluida, que otorguen los pontevedreses a la reforma de los jardines de la Plaza de España, con el monumento a los Héroes de Pontesampaio como centro de referencia. Obviamente se trata de una obra menor, tanto por su coste como por su alcance, pero ha conllevado un cambio de look, al fin y al cabo, en el punto más sensible y también más modificado a lo largo del tiempo en la Alameda de Sesmero. Eso precisamente tiene que pasar, un cierto tiempo hasta llegar a los cien días de rigor para dejar que fluya la opinión ciudadana de forma natural, sin aditivos ni coercitivos. A primera vista no pinta mal. Pero el drenaje del terreno no parece muy regenerado y la renovación de las plantas resulta claramente mejorable.

El 5-J y la reforma judicial de Gallardón

Todo el mundo está de acuerdo en que hay que reformar la Administración de Justicia, pero nadie cree en la reforma de Ruíz Gallardón porque levita entre la inviabilidad y la inejecutabilidad. No sé qué es peor, pero el lío está garantizado por algún tiempo en Pontevedra entre Moreira y los demás, que es como últimamente se dirimen aquí las disputas políticas. Una reforma judicial de gran alcance difícilmente puede abordarse en clave localista. Eso está muy claro. No obstante, aquí ocurrió un 5-J que marcó un antes y un después en la política municipal. El meollo de la cuestión está en calibrar si aquellos que en 1988 estuvieron al frente de la manifestación más incisiva que se recuerda en esta ciudad, pueden decantarse ahora totalmente en contra del proyecto de Gallardón como si tal cosa.

El réquiem por la Huerta del Cura

El meollo de la cuestión está en saber qué demonios pasa, con perdón por mentar a la bicha, con la Huerta del Cura, que no es sino la antigua finca y rectoral de la parroquia de San Bartolomé, y el proyecto de construcción de un aparcamiento subterráneo. Desde que la promotora Ebirac 21 puso en marcha su proyecto todo han sido chinitas en su largo caminar y no hay manera de darle la luz verde para acabar con un auténtico punto negro de la zona monumental. O la empresa está un poco espesa a la hora de atender las exigencias que Patrimonio traslada al Ayuntamiento, o el organismo de la Xunta no está mucho por la labor. Su exceso de celo ha hecho perder la paciencia al concejal de la cosa, Antón Louro, que tras la última reunión de la comisión de Urbanismo ya esbozó su sentido réquiem.