La clave está en la proteína de pescado. Los porcentajes son incontrovertibles. Desciende el consumo de carne de vacuno, se mantiene el de cerdo, aumenta ligeramente el de pollo y crece de forma exponencial el de pescado.

Más aún, los paises emergentes, los que aspiran al liderazgo en las próximas décadas, demandan cada vez más proteína de productos del mar.

En estas circunstancias, Galicia que posee una de las principales empresas pesqueras del mundo, que fundaron a comienzos de los años sesenta dos iluminados -en el mejor sentido de la palabra-, José Fernández y Valentín Paz Andrade, corre el riesgo de perder la joya de la corona. Es decir, Pescanova.

Es tan sólida que después de un año de anomalías continúa con la misma o mayor cuota de mercado, con parecida capacidad de producción y sin que haya fallado un solo día a sus empleados ni a los clientes.

Ocurre, hay que decirlo, que los administradores concursales, que son los legalmente designados para conducir la firma en el interregno, no lo están haciendo mal, según las referencias que se filtran de los conocedores del intríngulis.

Pero sucede también, como aseguran estos, que en más de un año de gestión, por que hay que adoptar decisiones, son inevitables los errores.

Citan el ejemplo de los almacenes frigoríficos de Vigo, que están a medio gas y ofrecen precios bajos por las miles de toneladas de Pescanova que llegan de fuera. Y los administradores concursales, que quieren ser eficientes, alquilan frigoríficos externos, en detrimento de los propios con costes más altos. Pero esa decisión, a la postre, es perjudicial para la sociedad, que ahorra con la externalización y no ingresa con lo suyo.

Ni ha quedado nadie, en un entramado tan complejo y con tantas ramificaciones, que tenga la empresa en la cabeza y sepa qué es imprescindible y qué descartable. Quienes saben, se lo callan o nadie se lo pregunta.

Dicen que en Mozambique podría venderse a su Gobierno, o a quien lo compre, un dique de reparación, que desde que hay paz en el país, ya no necesita Pescanova. U otro gran almacén de reparaciones en Ciudad del Cabo por haberse movido la flota hacia Namibia. O la oficina alquilada en el Bussines Center de La Habana, y que no se utiliza.

Son activos que podrían reportar liquidez a la matriz, que resiste después de meses de malas noticias, de tanto tira y afloja entre accionistas y de citas judiciales. Es una empresa fiable, bien valorada por los consumidores y que pisa fuerte en un sector cada vez con más futuro.

Sea Carceller (Damm), que parece vislumbrar en la red de distribución de Pescanova un filón para la cervecera, o quien decidan los bancos acreedores, sería un crimen de lesa patria que desguazaran una de las firmas más reconocidas en el mercado de la alimentación.

Nadie con capacidad de decisión puede abstenerse. Tan culpable es la acción como la omisión. Todos los implicados, directa o indirectamente, tienen la obligación de ejercer la máxima y más inteligente presión para conseguir la supervivencia de Pescanova. De no hacerlo merecen que se les apunte con el dedo. Y llevarán el baldón toda su vida, como los que contribuyeron a destruir uno de los emblemas de esta tierra de pescadores y de excelentes empresarios como fueron sus fundadores.