Avecilla no querría ser pesimista, pero es lo cierto que con los datos eólicos que se manejan no puede permitirse el lujo de creer que el país nadará en la abundancia. Es más: ni siquiera osa pensar que las tarifas eléctricas puedan bajar aquí a pesar de que Galicia exporta esa energía. Lo que, si lo pensáis bien, equivale a que los saudíes, verbigratia, pagasen el combustible al mismo precio que lo abonan los franceses o los alemanes. Que manda caralho, ¿verdad...?

Hoy por hoy, lo cierto es que está en marcha, aquí y allá, una especie de escrito en el que os abaixo firmantes protestarán contra la política energética del ministro Soria, y si aún no le piden al Lord Mariano que lo cese, o al interfecto mismo que dimita, nadie lo descarta para más adelante. Eso sí, los alcaldes peperos, aunque simpatizan con el espíritu crítico, no se han decidido a rubricar el texto; saben que en Moncloa sentaría fatal. Y las municipales están ahí. Uf.

En todo caso, los municipalistas de estribor, algo apagados últimamente, siguen insistiendo en un plan que analizan despacio para solicitar que el dinero que se iba a recaudar con el viento no se lo lleve el ídem, y se pueda recuperar siquiera en parte. Les han dicho ya, de modo oficioso, que la cosa resulta muy difícil, porque no hay margen, pero van a insistir. De entre ellos hay quien sabe que son indiscutibles y que dentro de poco tendrán la sartén por el mango. Jo.

No, no se trata de que preparen un motín o algo así: sólo de que cada día son más los poncios del escalafón convencidos de que todo el impulso político del Pepedegá ha de volcarse en lograr el objetivo que ya se han marcado, a título de máximos, para 2015: gobernar las cuatro diputaciones y seis grandes ciudades, recuperando Lugo, Ourense y Vigo. Pero avisan que eso, que ven factible, se volverá imposible si se mantiene la racanería económica -sic dixerunt- que se desarrolla desde hace lustro y pico. Y los recados en ese sentido ya circulan por doquier. ¿Capisci?