Está visto que la mejor manera de que paguen impuestos los que no pagan impuestos es quitarles los impuestos. ¿Sabes la cantidad de problemas y de efectivos destinados a no lograr sacarles un euro que ahorras? No es que no tengan el dinero, no es que no quieran pagar, es que están en guerra con el Estado salvo como contratante de obras y servicios y como único usuario legítimo de la violencia.

Después de décadas de no perseguirlos, de facilitarles métodos y resquicios legales para que descuenten de aquí y de allá aquello de lo que tendrían que dar cuenta, después de regalarles otra amnistía fiscal que los mantenga de este lado de la ley -aunque tampoco aflore dinero- los expertos han llegado a la conclusión de que la mejor manera de que paguen algunos impuestos más es que tengan que pagar algunos impuestos menos. Tampoco así van a pagar. No se va a recaudar más pero se va a dejar de recaudar menos. Los inspectores de Hacienda que no van lanzarse contra ellos tampoco van a detectar sumas tan importantes y, de paso, estas personas que no pagan por sus delitos, tampoco los cometerán o tendrán que defraudar mucho más para dar motivos de que la ley caiga sobre ellos, aunque no caiga sobre ellos.

A cambio, los expertos proponen reducir el número de contribuyentes exentos de hacer la declaración de la renta, hasta ahora a partir de los 22.000 euros anuales si proceden de un sólo pagador o de 11.200 si hay más de uno. Esas cantidades hasta hace nada se consideraban residuales, ahora empiezan a resultar interesantes, no sólo para Hacienda. Pero no es tanto por recaudar como por tener un mayor conocimiento de cómo vive la gente, algo cada vez más misterioso.

No es tanto que salga a pagar o a devolver sino que dé ganas de vomitar ver cómo los ricos pasan por el ojo de la aguja fiscal y a los pobres el ojo del Gran Hermano fiscal les escruta hasta el escroto.