El conjunto del litoral de la Ría de Vigo se puede decir que es todo él un gran yacimiento arqueológico de época romana: villas, necrópolis, salinas, complejos salazoneros, etc. van surgiendo a cuenta gotas cada vez que se remueve el suelo, o las pleamares alteran las arenas de las playas. Centrándonos en el área viguesa los descubrimientos casuales comienzan desde finales del siglo XIX. En 1859, por ejemplo, se halla la necrópolis de la isla de Toralla; en el 79 otro cementerio tardoromano en la curva de San Gregorio, en Coia, con tumbas formadas por ladrillos hincados; o una estela funeraria dedicada a Rufo en 1896 en Roade (Alcabre)...

Alcabre es un claro ejemplo de lo dicho, con tan solo diez pequeñas playas en su superficie parroquial podemos contar por lo menos con siete yacimientos costeros, o puntos catalogados de interés arqueológico (Roade, Fiunchal, Sta. Baia, O Cocho, Punta do Muiño, Cotás?) muy posiblemente cohesionados entre sí. También se han localizado numerosos utensilios paleolíticos de piedra tallada en sus arenales.

Surgirá en el siglo XX un verdadero detonante que marcará un hito en el devenir de un futuro próximo: el descubrimiento en 1988 de la villa romana en Punta Borralleiro, en un extremo de la playa O Cocho, con depósitos posiblemente destinados a la salazón de pescado. El afloramiento tras hacerse un espigón en el margen opuesto al yacimiento, siendo excavado de forma parcial un año más tarde.

Los periódicos informaron de lo sucedido y nosotros mismos escribimos en FARO varios artículos y reportajes dominicales en los años 90. Las mareas, al igual que descubrieron los restos inéditos por aquellas, nuevamente se los tragaron, por lo menos en lo que a las piletas se refiere. A continuación aparece otra villa romana inédita por debajo del llamado Pazo de los Escudos, excavada con urgencia en 1995 y tapada nuevamente. También se desentierra un horno en la playa de Sta. Baia.

En 1993, creo recordar, se inician las obras de demolición del antiguo matadero municipal y la creación del Museo del Mar de Galicia. Pese a estar a una distancia de menos de 50 metros los restos romanos de O Cocho, las obras comienzan sin la menor supervisión ni rigor arqueológico. Cuando se decide tomar cartas en el asunto es ya tarde siendo la superficie virgen prácticamente arrasada, quedando un pequeño espacio sin construir, en donde aparecen en el 2001 los restos de un antiguo castro. Se desentierra un altar de estilo púnico y numerosas cerámicas que evidencian un importante tráfico comercial marítimo entre esta población costera y los pueblos del sur de España y el Mediterráneo. Se data el castro Punta do Muiño entre los siglos VII a. C y el IV-V d. C. El altar y unas pocas estructuras circulares empotradas en las cimentaciones del Museo son lo único que quedó en pie.

FARO ha informado recientemente de la próxima construcción de un aparcamiento en la denominada finca Vista Alegre o Zulueta, contigua al mencionado Museo. Esta vez, si las cosas se quisieran hacer bien, surgiría bajo la tierra una nueva necrópolis romana, además de otros posibles restos arqueológicos, tal como informábamos de su existencia a través de un reportaje en este mismo diario (10 de enero de 1993), en el que recogíamos las voces de varios vecinos que en los años cuarenta del pasado siglo vieron con sus propios ojos aflorar varios enterramientos con motivo de la construcción de la carretera a Samil, en este lugar de Alcabre llamado Cotás.

Esperemos que esta vez se lleve a cabo una adecuada intervención arqueológica y no se sume la misma al listado de desaciertos hasta ahora acometidos. Museo y restos arqueológicos tendrían que ser una misma pieza museística y constituirse todo ello en un circuito de dependencias que mostrasen a los visitantes la importancia que tuvo el mar de la Ría de Vigo ya desde los tiempos de la antigüedad. Los restos arqueológicos hablan de ello por sí mismos.