Eso que llevas

Moviendo sus contactos, Hugo consiguió que el productor de una popular serie le hiciera una prueba como guionista.Tras mostrarle algunas escenas a modo de ejemplo, y sermonearle durante dos horas sobre el espíritu de la serie, los entresijos del humor televisivo, los secretos de la comedia y las rarezas de la protagonista, el productor lo llevó a un cuarto que hubiera hecho feliz a un representante de la Inquisición, aunque en lugar de grilletes había un ordenador más bien desvencijado y una impresora. Demuéstrame lo que sabes hacer, dijo. Durante las siguientes tres horas, intentó escribir un guion que pudiera servir para una serie infame sin renunciar a un mínimo de exigencia. Echó mano de su saco de citas cinematográficas para hilvanar una historia que tuviera algo personal. Terminada la prueba, presentó muy ufano al productor veinte folios de diálogos que Hugo creía ingeniosos y de situaciones un poco más imaginativas de lo que era habitual en la serie. El productor se sentó en su confortable sillón de piel, se puso sus gafas de vista cansada y descalzó su rotulador rojo. Solo necesitó diez minutos para despellejar lo que Hugo había escrito. Demasiado brillante, decía, y tachaba. Demasiado largo, nuestros actores no memorizan más de dos líneas de diálogo seguidas, decía, y tachaba. Demasiado sensible, decía, y tachaba. Demasiado sutil, a nuestro público no le gusta pensar, decía, y tachaba y tachaba y tachaba. Finalmente, se quitó las gafas de vista cansada y con voz cansada dijo: Tienes talento, pero no el que necesita esta serie. Le devolvió su despojo de guion. Solo había sobrevivido una línea de diálogo a la escabechina de su rotulador rojo como sangre: "¿Eso que llevas en el bolsillo es el teléfono móvil o que te alegras de verme?" La serie se canceló meses después, la audiencia se había cansado y los guiones habían tocado fondo. Vio el último capítulo, y casi sonrió cuando uno de las actrices preguntó, imitando a Mae West: "¿Eso que llevas en el bolsillo...?"