Pasó el mes de plazo fijado por la propia Corporación y los usuarios del servicio Sereos seguían ayer recibiendo atención en unas furgonetas estacionadas en la calle Jacinto Benavente, al aire libre y, en el mejor de los casos, sentados en algún bordillo o en sillas de tijera. Es decir, en condiciones muy dignas, según el alcalde.

Y es que ya se sabe que eso de los plazos es variable

Y es que eso de los plazos es como el chicle, que estira a gusto de quien lo mastica.

Cuando se trata de obras o proyectos, el plazo es variable y así, el uno de enero puede ser el 15 de mayo y no pasa nada. O simplemente no se llega a cumplir nunca y tampoco pasa nada.

Pero cuando se trata de pagar tasas, impuestos o lo que sea, la cosa cambia y los períodos se vuelven inflexibles. Y la demora se nota ipso facto en el bolsillo.

Habría que proponer que los acuerdos plenarios, tan solemnes ellos, incluyesen una sanción en caso de incumplimiento... De los plazos.

Ya sólo quedan, de recuerdo, agujeros en la fachada

En la misma calle Jacinto Benavente, pero un poquito más hacia al centro, hay otra ruina llamada Auditorio de Beiramar. Ayer mismo una empresa especializada procedía a retirar los rótulos del hotel. En la fachada ya sólo quedarán los agujeros y delante de la puerta, el cochecito amarillo de la empresa de seguridad.

Aguanta, por ahora, el letrero que anuncia el restaurante Mar de Vigo, también cerrado a cal y canto...

javiermosquera@farodevigo.es