A veces nos empeñamos universalmente en que los relatos entren en relatos anteriores. Un clásico décadas después de la II Guerra Mundial en el Pacífico era el japonés que aparecía en una isla desierta, viejo, desorientado, vestido con algún resto de uniforme, armado con un fusil Tipo 38 Arisaka, la cinta del sol naciente en la cabeza y más dientes que boca. Que se ha acabado la guerra hace 35 años, hombre, que no te enteras de nada. Ahora nos cuenta que ha pasado en Vietnam y también que no ha pasado.

Ho Van Thanh y su hijo Ho Van Lang vivieron en la jungla del centro del país, aislados de la civilización, desde que una noche de 1973 su casa fue bombardeada y perdieron a la madre y a otros dos pequeños (vale). Las autoridades enviaron un equipo de rescate (dicen), que se adentró 40 kilómetros en esa jungla y los descubrió cubiertos con taparrabos y usando armas y utensilios fabricados con lo que hallaban en su entorno (normal).

En la segunda parte de la noticia cuentan que hace 30 años que se conocen su existencia y su paradero, porque un hijo menor, Ho Van Tri, que se salvó del bombardeo y creció con un familiar, consiguió encontrarlos un día de 1983. Pese a sus insistencias, no logró convencerlos de que abandonasen la jungla. Ahora los "encontraron" unos lugareños y lo que les han hecho, en realidad, es "un lanzamiento" de su casa en el árbol. Si nunca quisieron volver a la civilización, no es posible que el equipo que enviaron las autoridades los rescate. El padre decidió asilvestrarse hace 40 años para escapar de la guerra y cuando supo que la guerra había terminado prefirió seguir silvestre cuidando de su hijo, mejor de lo que había podido hacerlo cuando estaba civilizado y acabaron con su familia. A Ho Van Thanh y Ho Van Lang les han rescatado hasta el relato, dándolos por perdidos con lo bien que se encontraban, sin querer mudarse.