Decía Keynes que a largo plazo, todos muertos. Hasta hace poco existía un cierto consenso en apostar por un crecimiento galopante indefinido de China, que en pocas décadas se convertiría en la primera potencia mundial. Con holgada superioridad numérica en habitantes, muy por encima de cualquier otra potencia, bastaría con que la productividad por persona alcanzara unos niveles simplemente moderados para que la multiplicación diera la mayor cifra global del planeta. Y además, el régimen dictatorial aseguraría un desarrollismo a prueba de huelgas y reivindicaciones sociales. Sin embargo, está emergiendo un cambio de perspectiva. El consenso de los analistas sobre el futuro milagroso del gigante asiático se quiebra ante la revisión a la baja de las previsiones de crecimiento del PIB, que aún así en el más corto plazo va a ser mayor que el de la estancada Unión Europea y el de los convalecientes Estados Unidos. Lo importante sería el cambio de tendencia, el cambio de pendiente en la curva. Nada se hincha indefinidamente y, como reza el primer mandamiento del inversor, todo lo que sube, baja. No solo se ha empezado a pensar en el frenazo chino como una variable de alta probabilidad, sino que se están buscando a los posibles sucesores en el papel de nuevos milagros de crecimiento. Países donde se puede cimentar un despegue en los bajos salarios, más bajos que los actuales de China, y la atracción de grandes inversores extranjeros. Los pronósticos de hace cuatro días se revisan a fondo, igual como hace cuatro días revisábamos los que se elaboraron cuatro días antes. Los investigadores de la conducta humana han identificado un patrón psicológico recurrente: Tendemos a pensar que la historia entera, la del mundo y la nuestra, termina en el momento presente y que el futuro es lo de ahora para siempre. ¿No pensábamos así justo antes del estallido de la burbuja, cuando el dinero fácil parecía eterno? Por la misma razón creemos que si Europa está congelada, lo estará para siempre, y si China va como un cohete, mantendrá la velocidad por los siglos de los siglos, con lo que nos adelantará y nos dominará. Como si de golpe se hubieran abolido los ciclos. La realidad siempre es más compleja que cualquier modelo, y por ello los pronósticos solo parecen obedecer a la Ley de Murphy. También los que ahora apuntan a la crisis del modelo chino. Solo sabemos que no sabemos nada, pero esto ya lo dijo un griego hace un montón de años.