La fecha está marcada en rojo en el calendario. El viernes 26 de julio el Náutico habrá consumido sus cuatro meses de preconcurso y -si antes no alcanza un pacto salvador o al menos un preacuerdo- su futuro quedará en el aire. No se dirime el porvenir de un club. No solo al menos. En 107 años de historia el Náutico se ha fraguado como "algo más": es el segundo hogar de 4.000 familias, cuna de 2.000 deportistas, cantera de campeones olímpicos, promotor de regatas y competiciones consolidadas, una marca ligada a Vigo reconocible en toda España... Un embajador de la ciudad. Y todo sin el menor ánimo o búsqueda de lucro. Esquivar su concurso puede ser complicado, un reto; pero no se entendería que las entidades capaces de allanar el camino permanezcan inmóviles. El ritmo lo marca la Ley concursal. No ajustarse a él equivale a la pasividad. El riesgo que corre el club puede tener responsables, y deberán buscarse si así lo exigen los socios. Ahora la meta es encontrar una salida. Las instituciones tienen que mostrar en este tema su compromiso con Vigo.